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Polo Carrera: “No fuimos a Inglaterra 1966 por el regionalismo”

Polo Fernando Carrera Velasteguí. Exjugador profesional.
Polo Fernando Carrera Velasteguí. Exjugador profesional.
Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
21 de abril de 2019 - 00:00 - Andrés Granizo

Polo Carrera inscribió su nombre como uno de los mejores futbolistas ecuatorianos en toda la historia. No le gustaba entrenar, peor concentrarse, pero en la cancha demostraba que era el mejor.

Incluso jugó con la visión solo del ojo izquierdo, pues perdió la vista del derecho cuando tenía ocho años. Eso nunca le impidió brillar en todos los equipos por los que pasó profesionalmente.

En 1966 se convirtió en el primer futbolista ecuatoriano en el Fluminense de Brasil, pero le costó adaptarse al idioma y a la idiosincracia de los brasileños. Eran muy cerrados, además de que nunca encontró a otro compatriota en Río de Janeiro. Eso sí, recuerda bien cuando se enfrentó al Santos de Pelé.

Con Peñarol también se enfrentó al astro brasileño y con los uruguayos le fue mejor, en compañía de Alberto Spencer, quien se convirtió en su amigo e hicieron negocios juntos más tarde.

Empezó como entrenador casi sin proponérselo, pues se sumó a Liga de Quito mientras atravesaba un momento crítico en 1990, cuando estuvo cerca del descenso, pero Polo levantó al equipo y lo llevó al título tras 15 años.

La clasificación al Mundial fue esquiva para Inglaterra 1966, cuando había uno de los mejores equipos, según su visión. El regionalismo provocó que Ecuador perdiera la oportunidad de ir a su primer Mundial, en su opinión.

Después del fútbol se dedicó al análisis del mismo en diversos medios de comunicación, se vinculó también a la política y hoy trabaja para la Fundación Real Madrid en Ecuador.

¿A qué se dedica en la actualidad?
Soy analista de fútbol. Sobre esa base trabajo en algunos medios, lo más importante es que estoy vinculado con la universidad SEK, con la Fundación Real Madrid. Trabajo como coordinador de deportes. Todo lo que es el deporte. No he cambiado mi actividad. De repente juego cuando me piden.

¿Cómo fue la transición de ser futbolista activo a exjugador?
Me retiré en el 83. Uno siente un vacío, porque la rutina era repetitiva: desayunar, ir a entrenar, concentrar y de repente se extraña. Pero tuve la suerte de luego ser entrenador de Liga y fui campeón, luego con El Nacional vicecampeón, luego en Deportivo Quito, Éspoli, Delfín, Aucas. Siempre vinculado. Luego fui Consejero Provincial en 2003 hasta 2007, ahí fundé las escuelas de fútbol que hasta ahora existen.

¿En su época recibían una guía sobre qué hacer al dejar la carrera?
Era una responsabilidad de cada uno. No era como cuando estás en el colegio y en los últimos años te guían para la universidad. Optamos por diversos caminos, yo por la dirección técnica con algo de fortuna, porque la encontré sin querer.

¿Cómo recuerda su último año como profesional?
Mi último año fue con Liga de Quito, hicimos un partido contra el Grasshopper de Suiza en mi despedida. Le entregué la camiseta a mi hijo Polo. Son muchos recuerdos que pasaron en mi mente, jugué en el exterior, en Fluminense y Peñarol, salí muy joven. Todo esto, 40 años de estar activo, me ha fortalecido.

Debutó muy joven, a los 15
Fue un partido contra Atlanta en el estadio El Arbolito. Se fue un DT brasileño y tomó la dirección técnica el Dr. Rául Bacca. Estábamos perdiendo 2-0 y él me dice que entre. En ese partido marqué dos goles y ganamos 4-2. Desde ahí arrancó mi carrera.

¿Dónde jugaba antes del debut?
Yo jugaba en el equipo Real Madrid de La Loma, disputábamos el campeonato amateur y ahí El Nacional se llamaba Mariscal Sucre, tenía ese nombre. Jugamos contra Quito Moderno, Mariscal Sucre, Atlanta y otro equipo. Empecé en las ligas barriales y luego pude llegar a Liga.

¿Quien lo motivó para jugar al fútbol?
Eso nació conmigo. Mi papá era hincha del Aucas, trabajaba en la Shell-Mera y siempre teníamos un afán de jugar. Eso fue creciendo y culminé mi carrera en 1983, jugando desde 1960.

¿Qué representa Liga en su vida?
Tuve la suerte de iniciar en Liga en los 60. Jugaba en la reserva y había categoría A y B. Pasé rápidamente al profesionalismo. Jugué en casi todos los equipos de acá: en Deportivo Quito, Aucas, El Nacional, Universidad Católica. Estuve también en Barcelona, Fluminense de Brasil y Peñarol de Uruguay. Siempre me preguntan de qué equipo soy hincha. Cuando jugué siempre fui profesional y si tenía que hacer gol a mi exequipo, lo hacía. Sí, tengo afinidad por Liga, tengo grandes amigos y el recuerdo está ahí. La gente me recuerda más con Liga que con cualquier otro equipo.

¿En qué año tuvo su mejor rendimiento?
Tuve varios momentos buenos, pero el mejor fue en el año 75-76. Estaba en Universidad Católica y fuimos vicecampeones, clasificamos a la Copa Libertadores de América. Hicimos partidos excepcionales en el estadio Atahualpa, que se llenaba para ver a ese equipo. Luego fui a Liga cuando descendió, me llamó Leonel Montoya. Ascendimos a la A y luego llegamos a la Copa Libertadores; un gran trayecto desde la B.

¿Cuándo se dio cuenta de que tenia un rendimiento superior?
Desde muy pequeño. Antes jugábamos en las calles, era más fácil y pensé que eso iba a suceder (llegar a ser profesional). Tuve lesiones graves. En la escuela Vicente Rocafuerte donde estudiaba, me lanzaron un dardo en el ojo derecho. No pude recuperar nunca la visión y por eso pensé en dejar el fútbol, pero con un solo ojo jugué desde los ocho años. Es una virtud poder jugar así. Tuve lesiones de rodilla y otras cosas. Pero siempre superé todas las adversidades.

¿Cómo fue jugar con un ojo? ¿Los entrenadores lo sabían?
No sabían. Recuerdo en Uruguay, cuando tuve que sacar la licencia de manejo, vieron y se admiraron de que yo veía con un solo ojo. Ahí me dijeron que cómo podía jugar fútbol. Mi vida ha sido así, todo pasé sin problemas en mi carrera deportiva.

¿Algún DT se mostró en contra de que juegue de esa forma? ¿y si se llegaban a enterar?
Ninguno, porque cuando entraba a la cancha rendía bien.

¿Pero a usted le afectó en algún momento?
Cuando jugué con Deportivo Quito en el 74 para la Copa Libertadores, contra Boca Juniors y The Strongest de Bolivia. En un entrenamiento la cancha estaba muy mojada. El balón me tocó en el otro ojo y me quedé sin poder ver. Me quedé una semana vendado en la clínica y luego ya pude recuperar la visión en ese ojo.

¿Qué técnico lo marcó?
Hay muchos, pero creo que el “Mariscal” (José María) Ocampo, que estuvo en Liga y El Nacional, me marcó porque nos enseñó muchas cosas. No solo a jugar al fútbol, sino cómo mantenernos en la vida. Tenía una línea muy recta y eso aprendimos. Futbolísticamente y en el aspecto humano fue uno de los entrenadores más capaces, que dejó mucha gloria tanto a Liga como
a El Nacional.

¿Antes se enseñaba más eso?
De ese técnico sí. Futbolísticamente puedes conseguir algo importante, porque tienes cualidades y condiciones. Muchos jugadores se han salido de esa línea recta y no han culminado bien su carrera, siendo grandes jugadores y con buenas condiciones.

¿Con qué jugador le fue mejor en el campo de juego?
Cuando me inicié, con Tito Larrea, que era un puntero excepcional. Jugábamos de memoria con él, que lo hacía por la izquierda. Era de mi edad, yo entré un año después de que él entró. Teníamos una buena relación, el fútbol da buenos amigos, pero también lo contrario. En Liga tuve a mis mejores amigos, en Uruguay uno excepcional como Alberto Spencer y con Elías Figueroa. Mi carácter siempre me ha dado para hacer amigos.

¿A qué edad se marchó a Fluminense?
Fui en el año 66, cuando tenía 18 años. Al siguiente año viajé a Uruguay.

¿Habría hecho mejor papel siendo mayor, siendo más maduro para salir al extranjero?
Antes era difícil salir del país. Cuando fui a Brasil era el único ecuatoriano en la zona donde estaba. Tuve la suerte de jugar contra el Santos de Pelé. Hoy, con la televisión, las redes sociales, los empresarios se sale más fácilmente. Cuando me tocó a mí nunca encontré a un ecuatoriano. Estaba rodeado de solo brasileños. Igual me fue bien, con un sello de honestidad y buen trabajo.

¿Qué le costó más para acoplarse al equipo, además de ser el único ecuatoriano?
El brasileño era muy cerrado, muy apegado a su nación, no abrían mucho las puertas como hoy. Pero mejor me fue en Uruguay, donde estuve con Spencer.  Me guió y logramos salir dos veces campeones de Uruguay.

¿Cómo recuerda el partido contra Pelé?
Muy lindo. Se jugaba la Copa Guanabara con Fluminense, Santos y Flamengo. Jugar con una estrella así, fue increíble. Después lo volví a enfrentar con Peñarol.

¿En Peñarol se facilitó todo por Spencer?
Pasé dos años y tuve la suerte de jugar la Recopa del Mundo, un torneo que había antes. Los campeones del mundo éramos: Santos de Pelé, Racing de Roberto Perfumo y Peñarol de Spencer. Jugué contra grandes exponentes.

¿Cómo era Spencer?
Era excepcional como jugador y como persona. Era un número nueve que tenía un tranco espectacular, un goleador innato. Su marca en la Libertadores nunca será quebrada (54 goles). Tenía unas condiciones espectaculares, con su velocidad y cabeceo. Como persona era espectacular. Toda persona que fue a Montevideo, pasó por la casa de Alberto (mientras era cónsul en Uruguay). Era un anfitrión de película.

¿Cómo era su relación con él?
Éramos muy cercanos. Incluso cuando él vino al Ecuador, formamos una empresa, fuimos socios de una casa de deportes. Hacíamos balones, zapatos deportivos y de fútbol. Cuando tienes un amigo de su categoría, haces esfuerzos por mantenerlo. Con él salimos de fiesta, a jugar fútbol y siempre con mucho respeto. Después de un tiempo suspendimos el negocio de mutuo acuerdo.

¿Qué gol tiene en su memoria?
Ahora que vino Unión Española a jugar la Sudamericana con Mushuc Runa, recordaba uno que jugamos contra ellos en el estadio Olímpico Atahualpa, en 1976. Vino una pelota desde el costado derecho, incluso tengo una foto, en la que se ve al “Pelado” (Hugo) Berly. Amagué, él pasó de largo y casi se impacta en el vertical. En la foto se lo ve a él y a otros dos jugadores chilenos en el piso, antes de marcar. Otro que hice a Barcelona de taco, en el mismo Atahualpa, jugando para el América.

¿Cuándo tomó la decisión de ser entrenador?
En 1990. Antes yo había hecho cursos, pero no eran tan intensos como ahora. Recibíamos clases en AFNA y así me preparé, pero nunca pensé en ser entrenador sí o sí cuando me retiré. Un día fue a mi casa Mario Zambrano, que era presidente de Liga, con Enrique Portilla otro dirigente. Me dijeron que me haga cargo del equipo, que atravesaba un momento muy difícil, porque estaba cerca de descender. Me animé enseguida y logramos lo que nadie creía: ser campeones. Logramos compenetrar al grupo de jugadores y salimos campeones con un equipo que la gente decía que era el “menos malo”.

¿Es especial el título?
Después de 15 años que Liga no lograba un título, fue algo increíble. La gente no creía. Esa gente que estaba en el estadio cuando jugamos contra Barcelona, eran muy jóvenes. Todos ellos fueron creciendo y se mantuvieron siempre con el equipo. Con el paso del tiempo, Liga se convirtió en una institución muy grande. Ahí hizo un “click”, porque pasó mucho tiempo para que logre algo. Esa gente creyó en Liga.

¿Qué tuvo ese equipo?
Lo levantamos más por actitud de ellos. Por ejemplo, siempre concentrábamos, pero faltando tres días para la final, les digo que no vamos a concentrar para ese partido. Se sorprendieron, pero les dije que vayan a su casa, porque estaba seguro que el domingo en la mañana, antes del partido, saldrían con la bendición de sus padres, el abrazo de su esposa y sus hijos. Ya en el desayuno los vi a todos muy confiados, parecían unos leones. Decían que sus madres les habían dicho que si no llegaban con el título, no entraban a la casa. Ganamos 3-1 y siempre recuerdan eso, porque la unión familiar es lo más importante. Nunca los vi correr tanto, ni pelear de esa forma.

No le gustaba entrenar, ni concentrar..
Todo el mundo sabe eso, no me gustaba. Yo daba hasta cuando podía en los entrenamientos, no me excedía. Siempre me recuperaba bien y me iba bien en los partidos.

¿Cómo llegó a la selección?
Mi primer llamado fue en 1966, por el DT “Chema” Rodríguez, para las Eliminatorias al Mundial de Inglaterra. Antes había mucho regionalismo; además no había cambios: los 11 se mantenían. Habíamos ganado en Colombia, con gol de “Chanfle” Muñoz y ganando a Chile hubiésemos ido al Mundial. En ese partido le rompen las costillas a Pablo Ansaldo. Estábamos ganando 2-0 y como no había cambios, Luciano Macías fue al arco y nos empataron. Luego perdimos en Chile y un tercer partido en Lima, para desempatar, perdimos. Fue el año en el que teníamos los mejores jugadores y estuvimos cerca del Mundial.

¿Qué jugadores tenía ese equipo?
Estaba Muñoz, Lecaro, Macías, Bustamante, Tito Larrea, Mario Zambrano, Clímaco Cañarte, Bolaños, ¨Pereque” Laso. Un equipazo. No llegamos a un Mundial por circunstancias extrafutbolísticas, por ese regionalismo que había entre Pichincha y Guayas.

¿Cómo era ese regionalismo?
La prensa fue la que lo causó. Entre nosotros nos llevábamos, con uno que otro no muy bien que digamos, eso normal en cualquier grupo de personas. Pero siempre se tiraba para la Costa, los periodistas con justa razón o no, manejaban ese discurso. A la larga pegó. Ya tenían el titular hecho y decía “Guayas clasificó al Mundial”, pero a la final no clasificamos. (I)

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