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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Alarcón: “Me paré de la cama para ganar un título”

Una lesión en el cuello lo alejó de las canchas cerca de dos años, luego regresó para quedar campeón con D. Quito. Fue vicecampeón dos veces, una con Barcelona y otra con D. Cuenca.
Una lesión en el cuello lo alejó de las canchas cerca de dos años, luego regresó para quedar campeón con D. Quito. Fue vicecampeón dos veces, una con Barcelona y otra con D. Cuenca.
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Paúl el “Gato” Alarcón nació en Atacames, el 4 de marzo de 1978. Estudió en el colegio militar Eloy Alfaro de Quito, donde desarrolló la fuerza y disciplina que demostró en su carrera de futbolista.

Carlos el “Bacán” Delgado lo observó y lo aconsejó para que se dedicara al fútbol. Su debut en el campeonato de segunda categoría -en el arco del Atacames Sporting- fue ante Esmeraldas Petrolero.

Pero quien le ayudó para llegar al profesionalismo fue Carlos Sevilla, quien lo vio en Atacames y lo invitó a trabajar en las formativas de Liga de Quito.

En 2009 su vida cambió tras una lesión. Se rompió una vértebra en el cuello y por poco queda sin vida. Tras dos años de trabajo volvió al profesionalismo para quedar campeón ecuatoriano con el Deportivo Quito, en 2011.

Se considera católico, pero también le rinde tributo a sus “santos negros”. Incluso en su muñeca izquierda lleva una pulsera de colores rojo y negro y en su casa tiene un altar con varias imágenes.

Desde hace más de 15 años reside junto a su familia en Guayaquil. Desde su retiro se dedicó a la dirección técnica y espera con paciencia una nueva experiencia.

Usted nació en Atacames y sigue frecuentando la ciudad.
Yo soy de toda la vida de Atacames. Sigo frecuentando porque tengo el negocio familiar: el hotel El Tiburón, al pie de la playa.

¿Cómo fue su niñez en la playa?
Fui un chico de escuela, en una playa -en ese entonces- más tropical. Había menos infraestructura de hormigón, había más caña, más cabañas. Hoy es una ciudad muy distinta y moderna. Crecimos con todos los “Bob Marley” (habitantes con ropa y peinados jamaiquinos) de la época, o sea la gente grande que esperaba por la gente extranjera. Así crecimos, con esa mezcla y fuerza.

¿Jugaba (fútbol) playero?
Claro, todos los días.

Siempre fue arquero.
Así es, desde pequeño fui arquero, era más fácil volar en la arena (risas). Pero de vez en cuando jugaba de nueve (delantero). Eso me ayudó en mi fase como arquero. Por ejemplo eso es algo que ahora lo piden todos: jugar con los pies. Por otra parte el nueve sabe cómo un arquero se mueve y viceversa.

¿Quién le dijo que podía ser futbolista profesional?
Yo tenía como referencia al “Bacán” (Carlos) Delgado, porque era de nuestra tierra (Esmeraldas); lo conocí grande, yo tenía 11 años. Por mi velocidad y elasticidad me dijo que ya estaba listo para ser futbolista.

¿Qué recuerda del “Bacán”?
Cuando lo conocí él ya estaba retirado, con problemas de salud y había caído en una parte baja de la vida. Él iba a Atacames y fue ahí que me vio y me dijo que estaba listo. Recuerdo que me dijo que si quería ser futbolista ese era el momento porque tenía las condiciones, pero también me dijo que era pequeño para el fútbol moderno. Después trabajamos juntos, él me preparó.

Además del “Bacán”, ¿tenía otros referentes?
Sí, lo vi mucho en los reprise de los partidos. Y también a Milton Rodríguez, alguien a quien admiraba más. Fueron personas que me guiaron.

Y a nivel internacional
Si y hasta lo enfrenté, a René Higuita. Admiré todo lo que hizo como arquero líbero y eso me marcó muchísimo. Somos compañeros de fútbol y de la vida, siempre estamos en contacto. Lo enfrenté en el 2004, yo estaba en Espoli y él en Aucas.

Jugamos en el estadio Atahualpa. Apenas salté al campo de juego, lo primero que hice fue ir a verlo a él. Le dije que estaba al frente del “maestro” y que era un sueño cumplido. Empatamos 1-1 y fue una satisfacción total.

A nivel local tuve la oportunidad de ser compañero de Carlos Luis Morales. A muchos de nosotros los arqueros, Morales nos marcó una línea a seguir. En el 2000 a 2001 fue mi compañero en el “super” Santa Rita.

Con 12 años es parte del Atacames Sporting para el torneo de segunda categoría.
Sí, con 12 años fui el tercer arquero del Atacames. Tenía 1,76 m de estatura.

¿Y cuándo fue su debut?
Debuté a los 14 para 15 años. Ese partido lo jugamos contra Esmeraldas Petrolero en el Folke Anderson. Estuve muy nervioso, pero ganamos. Recuerdo que estaban observando el partido varios exjugadores y técnicos, entre ellos el “Papi” Perlaza y al final me felicitaron.

¿Y cómo fue ese paso a las formativas de Liga de Quito?
Me fui cuando me gradué del colegio, primero tenía que terminar mis estudios, esa era la prioridad, yo iba para los 17 años.

¿Quién lo lleva a Liga?
Carlos Sevilla. Él me ve en un entrenamiento en la playa, un “playero”. Un chico de Atacames llamado Bernardo le avisó que había un muchacho interesante y lo llevó para que me observara. Justo ese día estaba jugando de delantero y le dije al profesor que era arquero, así que me tuvo que ir a ver en el campeonato con el Atacames. Luego me dijo que me esperaba en Quito.

¿Le costó cambiar de ciudad?
No. Yo siempre estuve en Quito por el colegio. Yo iba y venía a Atacames. Allá vivía y me crié con la familia Moncayo Salgado, en el Valle de los Chillos, eran parientes de mi madre. Es así que tuve esa bendición que a muchos les hace falta, de vivir en una familia.

En Liga solo estuvo en juveniles y se va a Santa Rita de Vinces. ¿Qué lo motivó?
Sí, Santa Rita era de Vinces, pero nosotros entrenábamos en Guayaquil. En ese tiempo Abdalá Bucaram coge el equipo, practicamos en Samanes y jugamos en Babahoyo. En ese Santa Rita estaba Carlos Luis Morales, Liborio Hurtado, (Luis) Capurro, (Ney Raúl) Avilés y el profesor (Carlos) Torres Garcés con Urlín Cangá. Yo tenía 20 años.

¿Con Santa Rita hizo el debut en primera categoría?
Así es. Pero solo jugué un partido (risas.) Morales no le daba chance a nadie.

Háblenos de ese debut.
Morales no pudo tapar por acumulación de amarillas. Yo estaba nervioso, las exigencias y presiones eran fuertes. Santa Rita manejaba unos valores (económicos) importantes en la serie B. Además estaba Liga de Quito. Ese campeonato fue interesante.

¿Contra quién debutó?
Mi debut fue contra Audaz Octubrino en Babahoyo. Gracias a Dios ganamos 1-0 con gol de Avilés.

Luego de un año en Santa Rita se va a Delfín. ¿Por qué?
Sí, en 2002, en la misma serie B. Ya llegué (a Delfín) como arquero titular, fui amo y señor del arco, tapé todo el año. Nosotros no pudimos ascender a la A. Recuerdo que el último partido fue ante Manta, ellos necesitaban subir, el otro equipo que estaba por ascender era Esmeraldas Petrolero. Entre los clubes de Manabí intentaron ponerse de acuerdo pero no pudieron, la hinchada no quería saber nada y el partido fue muy reñido. Manta ganó y ascendió. Lo importante es que el trabajo de uno quedó en lo alto.

Al siguiente año firma con el Manta. ¿Eso no causó malestar en la hinchada de Delfín?
No, porque mis actuaciones siempre fueron correctas. Entonces la gente entendió que yo quería atajar en la A.

Llegó como titular al Manta.
Sí, como titular. El segundo arquero era Carlos Silva. Lamentablemente, el equipo no dio y descendimos. Terminamos con el profesor (Leonel) Montoya.

¿Se va como titular a Espoli?
Así es. Tenía como compañero a Robín Pico, y Máximo Banguera estaba en la Sub-20. El equipo aún estaba en Quito, entrenábamos en Pusuquí, luego nos fuimos a Ibarra.

¿Por jugar en Espoli tuvo privilegios?
Sí los hubo, claro. Recuerdo que el equipo estuvo en una parrillada con los generales Vinueza y Poveda en Cumbayá y saliendo de la reunión, a las 6 de la tarde, nos coge un retén policial y la gente venía con sus cervezas encima. Entonces los policías nos iban a detener y yo les dije que veníamos de una parrillada con los generales Vinueza y Poveda, entonces nos dijeron que nos fuéramos.

De ahí se interesaron por usted Liga (Q) y D. Cuenca, pero termina en Barcelona.
Sí. Juan Carlos Oblitas me manda a buscar con los señores Paz para Liga, pero yo tomo la decisión de firmar con Jorge Guerrero para que sea mi empresario y él me dijo que iba a gestionar con Liga porque no estaban dando los valores que necesitábamos. Luego viene Deportivo Cuenca y ellos ponen los valores. Voy a Cuenca y Liga ya quiere poner los valores, pero aparece Barcelona con el señor Roggiero y pasa por encima de todos; mi decisión fue ir a Barcelona.

¿Pero llegó a Barcelona como tercer arquero?
Sí, yo lo sabía. Con Barcelona tapé unos 10 partidos. En esa época tuvimos muchos técnicos. Incluso tuvimos un DT por tres partidos, al profesor (Ramón Ángel) Bernuncio.

¿Usted es barcelonista?
Sí, yo soy barcelonista.

¿Cómo era el club por dentro?
Barcelona tiene algo que no lo vives en ningún otro equipo. Pero también te da la oportunidad para ser rey o para ser olvidado. Y yo viví esa mezcla, porque tuve como compañero a quien ahora es presidente del club (José Francisco Cevallos) y a otro gran arquero que en ese momento estaba en la selección: (Edwin) Villafuerte. Entonces estaba ahí con esos monstruos. Pero tuve partidos en los que destaqué y la gente me aplaudió, pero también en otros donde me tiraron piedras. Barcelona tiene eso.

¿Con quién concentraba?
Yo tuve mucho tiempo compartiendo concentración con (Edwin) Tenorio. Teníamos casi el mismo tipo de personalidad.

¿Cómo es su personalidad?
Silencioso, serio. Me decían que era el ogro del equipo (risas). Siempre mantuve mi distancia, y eso me ayudó en toda mi carrera. Es que lo que uno irradia es el resultado de su crianza, yo me crié casi 12 años en la vida militar -en el colegio Eloy Alfaro de Quito-, esa fue mi formación académica, y eso es lo que uno lleva al mundo del fútbol. Y eso a mí me sirvió mucho, la disciplina. Uno puede tener muchísimo talento, pero sin disciplina su vida se puede ir al piso.

Háblenos de la final de 2005
Yo tapo la primera final en el Monumental por lesión de Villafuerte. Él se lesionó durante el partido y me tocó entrar. Ese partido lo ganamos 1-0. Pero en el mismo partido la “Cuchara” Caicedo me patea la mano con balón y todo, y me rompe un ligamento, entonces quedó Geovanny Camacho solo, tuvieron que infiltrarme la mano. Al partido de vuelta en Quito se enferman (Raúl) Guerrón, Frickson George, fue una clínica total. Liga nos terminó ganando 3-0, y nosotros con el empate éramos campeones.

¿Por qué sale de Barcelona?
Por determinación mía. Llegó (Pablo) Santillo y yo necesitaba tapar. Antes tuve a Cevallos, Villafuerte, al “Gato” Sesa y por último a Santillo. Por eso salgo. Ese año trajeron a Máximo (Banguera) y tras la lesión de Santillo él fue el titular.

Firma con Deportivo Cuenca y sufre una lesión que casi le quita la vida.
Sí, en 2009. En un partido contra Macará en Ambato me rompo el cuello y ahí se truncó mi carrera.

Relátenos ese momento.
Se te apagan las luces. Ya cuando te despiertas estás en la ambulancia. Recuerdo que la jugada se dio en la media luna. Juan Guerrón deja que la pelota le dé un rebote y le sobra, entonces me tocó salir e intentar desviar con la cabeza porque no podía tomarla con las manos.

En ese momento “Lito” (Luis Miguel) Garcés viene en diagonal y con la fuerza y la velocidad me impacta y a lo que caigo me desnuco, me parto la primera vértebra en dos. La fuerza del trabajo que hacen los arqueros, esa masa muscular del cuello es la que me amortigua porque una persona normal ahí queda.

¿Qué le dijeron los médicos?
Me desperté en la ambulancia camino al hospital. No sentía las piernas, casi nada en las manos. Me llevaron al hospital militar y ahí me dicen que mi problema era genético, que los negros nacemos con una vértebra a medias, supuestamente ese era el diagnóstico y que era normal. Al otro día me traen a Guayaquil, ahí vine con mi madre y me vio el doctor (Ramón) Barredo que me operó de inmediato. Les doy gracias a los paramédicos del estadio porque ellos me tienen con vida.

¿Qué pensó en ese momento?
Yo soy una persona que acepta las cosas que Dios nos envía (...) Pero mi preocupación era quedar parapléjico, de ahí quedar en muletas o lo que sea no me importaba. Bueno quedé postrado y luego a la rehabilitación. De ahí, gracias a la fuerza de voluntad regresé en 2011. Recuerdo que mucha gente me decía que iba a quedar lisiado, pero no pasó así.

¿A qué lo atribuye?
A mi fuerza de voluntad, a la disciplina en la recuperación, al apoyo de mi esposa, de mis hijos y a la insistencia de mi señora madre, que en paz descanse, pero que siempre fue mi ejemplo a seguir. Una señora que primero fue cocinera, lavandera y después llegó a tener todo lo que tuvo. Ella me insistió para que regresara a la vida.

¿Qué amigos del fútbol lo acompañaron en ese momento?
El fútbol me dejó cuatro grandes amigos: Carlos Morán, el “Loco” (Carlos) Hidalgo, Mariano Mina y Franklin Corozo. Y en la parte de periodismo, que en paz descanse Roberto Meza y “Coco” Navarro, más una amiga mía, Enma Fuentes, que fueron a verme.
Pensó que nunca más volvería.

Yo quería ver qué pasaba a los tres meses. El doctor Barredo me dijo que no sabía quién me protegía porque yo debía estar muerto, que la lesión estaba a cinco milímetros de la médula. Luego de los tres meses vi que tenía más fuerza, comencé a trotar despacio y la gente me decía que estaba loco. A los cuatro meses regresé a Cuenca y se sorprendieron, pasé meses rehabilitándome y luego volví a Guayaquil.

¿Cómo se dio el retorno al fútbol, luego de dos años?
A principios de 2011 estaba Fabián Bustos en Deportivo Quito, pero como yo venía sin ritmo no me daban la oportunidad, quien sí me la dio fue el profesor (Carlos) Ischia. Estaban en el equipo (Marcelo) Elizaga y (Adrián) Bone, entonces faltaba un arquero.

Y ese mismo año sale campeón.
Sí, mi primer campeonato, antes había sido vicecampeón con Barcelona y Deportivo Cuenca.

¿Cómo vivió ese título?
Para mí fue el trofeo de mi vida porque me paré de la tumba, de la cama, para ser campeón. Fue el sueño cumplido que no pude con Barcelona ni con el Cuenca.

Luego, en 2013, sale del D. Quito, ficha por Aucas, su último club. ¿Cómo fue el retiro?
Sí, estábamos en la serie B con el profesor (Julio) Asad y en agosto tomo la decisión de retirarme, ya no disfrutaba del fútbol como al inicio. Yo era un arquero que me di a conocer por mi velocidad y elasticidad y ya no podía hacerlo. Me retiré a los 35 años.

¿Pero fue una decisión que meditó con su familia?
No, para nada. Fui al entrenamiento, estaba haciendo harto sol y dije que no más, que me iba para la casa, le perdí el amor. Entonces hablé con el profe y me comprendió. Antes de que el fútbol me bote me fui por la puerta grande, porque yo era titular.

¿Y cuándo comenzó su etapa de entrenador?
En 2014 llegó Ischia a Barcelona y me llamó para que fuera preparador de arqueros. Luego me fui a Liga de Portoviejo, pero al siguiente año el equipo comenzó a romperse y me quedé como DT y salvé la categoría. Luego pasé a Colón y Galáctico. Y este año estoy esperando una oportunidad.

¿Qué significan sus pulseras? (tiene una amarilla con negro en la muñeca derecha y otra roja con negro en la izquierda)
Esta (la de la derecha) me la regaló una hincha de Barcelona. Yo soy católico pero tengo mis creencias en mi cultura yoruba. Tengo mi altar en casa, con Jesucristo, la Virgen y mis santos negros. A Changó, Elegua, el indio Guaicaipuro, la reina María Lionza, el negro Felipe y a Obatalá les pongo sus velas, flores y agua. (I)

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