La incertidumbre alimentó su ego en estas últimas jornadas del torneo nacional, ya que, si observamos los acontecimientos con lupa, podremos descubrir que con muy poco nos estamos aferrando a ilusiones que siguen vigentes, luchando por concretarse, pero con poco fundamento y escasa calidad. Este fin de semana las posibilidades de encontrar un nuevo monarca se habían agigantado por primera vez en todo el año, pero la paridad tan avasallante con la que convivimos en el actual certamen se encargó nuevamente de atrasar todo y agregar más expectativa.

Si revisamos la cima de la tabla donde están las mayores ambiciones, notaremos que la pugna es entre estilos diferentes y también similares, porque al desmenuzar los métodos de cada uno es imperioso ahondar en el paladar de cada equipo y desde ahí entender los motivos que llevaron a tenerlos vigente y con las posibilidades intactas. Liga de Quito, el ganador de la primera etapa, propone un juego donde las transiciones defensivas y ocupación de espacios en algunos casos son más importantes que la pelota, detalle no menor para un equipo que se convirtió en el mejor ejemplo de practicismo buscando sumarle a esta virtud la tan deseada efectividad.

El conjunto ‘albo’ no luce, pero tiene en su ADN la insistencia de perseguir una idea clara de tener siempre lejos el balón del arco de Domínguez y siempre intentar llegar a la portería contraria con cambios de frente y desequilibrio por las bandas. Repasando estilos similares, y con esto no considero que iguales, está el caso de Independiente, que aunque la mayoría no lo crea, guarda una pequeña esperanza y seguramente la peleará con un funcionamiento ordenado y disciplinado que depende mucho de la impronta y talento de sus atacantes, porque sabe que defensivamente la estructura soporta todo los embates adversarios.

La antítesis de estas dos propuestas son las concepciones que tienen tanto Emelec como Universidad Católica, que se aferran más a procurar volumen de juego, atacar y defenderse con el balón en su poder, intentando de esta manera vulnerar las oposiciones de los contrarios que con el tiempo han ido entendiendo cómo contrarrestar estas ambiciosas posturas.

Indudablemente que la ‘Chatoleí’ es el conjunto revelación de 2015 porque tuvo la capacidad de nunca renunciar a sus principios, donde la triangulación es parte fundamental apoyada en el desmarque constante de sus jugadores, capacidad fundamental que esa proposición necesita para lograr lastimar al rival. Célico fue duramente criticado, pero apoyó sus ideas en la gran capacidad intelectual de sus jugadores y consiguió que todos comprendan que también se puede ganar jugando bien, proponiendo en cualquier cancha y nunca renunciar a los valores iniciales.

En la misma vereda del buen gusto y respeto por el fútbol ofensivo está el conjunto ‘eléctrico’, que a pesar de estar conviviendo con una transición natural, que incluye desgaste y la línea descendente de sus pilares, supo acomodarse más allá de los inconvenientes y batallar quizás en la última posibilidad que tiene esta generación dorada que ya goza de un escalafón especial dentro del club, pero intentará con amor propio ir en busca de algo más.

Se minimiza demasiado el trabajo grupal y se enaltece en demasía el nivel individual de algunos jugadores, concepto muy errado que desvía la realidad porque Emelec no llega varios años consecutivos hasta lo último peleando por casualidad, sino por causalidad. En pocos días llegaremos a la tan deseada definición y así podremos dilucidar quién es el merecido triunfador de un torneo que se tornó apasionante en lo alto y bajo de la tabla, pero que al ingresar quizás en el último round podemos aseverar que no nos brindó un equipo que ostente niveles superlativos de juego que la historia, algún día, merezca recordar. (I)