La copa brilló en la Plaza Grande
Efrén Mera fue el encargado de llevar el trofeo de la Copa Sudamericana en el ingreso al Palacio de Carondelet y las escalinatas que conducen hacia el Salón Amarillo.
En la entrada aguardaban por él y por sus demás compañeros unos niños de la escuela permanente de fútbol de la Secretaría del Deporte. Con unas pequeñas banderas de Ecuador ellos esperaban a sus ídolos.
Cuando apareció el trofeo, tan brillante e imponente, reaccionaron con la intención de tocarlo. Los jugadores los saludaron e ingresaron directamente hacia el balcón del palacio que da a la Plaza Grande.
Los pequeños se quedaron con las ganas de compartir más tiempo con el trofeo; lo mismo ocurrió con otros jóvenes de las escuelas de fútbol de Independiente.
Esas escuelas están destinadas a convertirse en un lugar lúdico para los jóvenes deportistas. Pero también son la oportunidad para formar parte del club en el futuro y así continuar con la línea que tienen los “rayados”.
Sin embargo, la plantilla debía continuar con las formalidades de un reconocimiento presidencial. La etiqueta de “formal” no lo fue para ellos, que llegaron con indumentaria deportiva luego de la práctica matinal en su complejo en Sangolquí.
En la planta superior de la casa presidencial, los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes salieron al balcón para saludar a los aficionados que se acercaron al lugar. También estaban estudiantes de colegios aledaños.
Desde allí, la vista los sorprendió, sobre todo a los extranjeros. El argentino Cristian Pellerano observaba pausadamente el panorama, mientras que el colombiano Cristian Dájome preguntaba sobre la iglesia a Hamilton Piedra, haciendo referencia a la catedral. Mientras tanto, en el nivel inferior, los niños que recibieron a la plantilla no podían ver lo que ocurría afuera. Por ello optaron por acomodarse y esperar sentados.
En el Salón Amarillo los jugadores elevaron la vista para ver la galería de presidentes, con sus retratos exhibidos en toda la habitación. Mientras esperaban que llegara el presidente Lenín Moreno, conversaban y bromeaban.
La copa lucía junto al estandarte de Independiente del Valle. El presidente del club, Franklin Tello, rememoró lo que ha sido el proyecto de Independiente y cómo consiguieron surgir en el balompié local y ahora internacional.
Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
El entrenador Miguel Ángel Ramírez siempre se ha caracterizado por ser de semblante tranquilo, salvo en el banquillo cuando está dirigiendo a su equipo.
El Jefe de Estado lo comparó con el entrenador español “Pep” Guardiola, un poco en broma y un poco en serio, lo que provocó risas entre los jugadores. Ramírez no pudo evitar sonrojarse, mientras conversaba con el exdirigente Michel Deller.
Moreno esperaba ansioso la camiseta de Independiente y le entregaron la de la final, la rosada. Aseguró que durante el almuerzo pediría que todos los jugadores la firmaran para después entregársela a sus nietos.
Entre esas firmas destacó la de Luis Fernando León, el único que disputó las dos finales continentales con el club (de la Libertadores 2016), así como también las de John Sánchez y de Jorge Pinos, que está con la selección.
El tiempo para los más pequeños, que aguardaban por la copa, parecía eterno. Algo así como los minutos adicionales de la final de la Copa Sudamericana, antes de que Independiente pudiera gritar “campeón”.
La espera valió la pena y el aburrimiento se transformó en alegría cuando vieron que el trofeo bajaba hacia ellos. Como resortes se pararon y cuando estuvieron muy cerca, los jugadores lo bajaron exclusivamente para que los pequeños pudieran tomarse una foto con él.
Todo fue ordenado. “No vayan a botar el trofeo”, les repetía una y otra vez el entrenador de los niños. La foto era grupal, pero por tener tan cerca la copa, uno que otro pequeño se animó a tomarse una de cerca con su celular.
Cinco grupos de menores compartieron la satisfacción de posar con el trofeo y después de una larga jornada de espera pudieron llevarse un recuerdo con los campeones vigentes.
Después de todos los actos, en la intimidad del salón de banquetes, el Presidente compartió un almuerzo con Independiente. Abajo, los jóvenes aguardaban para volver a sus actividades y presumir de su foto con el trofeo. Muchos se ilusionaron con tenerlo cuando lleguen a ser profesionales. (I)
Foto: Carina Acosta / El Telégrafo