Ancón, una ciudad que vive de la nostalgia y el olvido
El primer pozo petrolero del Ecuador fue explorado ahí en 1911. Allí nació Alberto Spencer -uno de los 20 mejores futbolistas de Sudamérica-, de ese lugar son las manos del Ecuador, José Francisco Cevallos, y ahí también se formaron los primeros sindicatos de obreros del país. Ancón, una pequeña ciudad ubicada en la provincia de Santa Elena, a 140 kilómetros de Guayaquil, celebra los 100 años de explotación petrolera con la declaratoria de ciudad patrimonio cultural de la nación.
La mezcla arquitectónica es uno de sus principales atributos. El barrio inglés -el sector más llamativo por sus grandes casas de madera- remite hace cien años atrás, cuando llegó la Anglo Ecuadorian Oilfields Limited, la compañía petrolera que se encargó de la explotación del campamento minero y de darle trabajo a millones de personas.
Actualmente ya no hay comisariato con productos importados, ni un hospital con médicos y enfermeras ingleses. Ancón se convirtió en un pueblo olvidado, donde no hay bancos, ni hoteles y falta mucho por hacer.
Para Martha Pilco, presidenta de la Junta Parroquial de Ancón, la gestión que la institución realizó para que se reconociera a la ciudad como patrimonio ha tenido alrededor de diez años. “Ancón es una ciudad llena de historia, cuna de personajes emblemáticos, que se merece este reconocimiento. Es hora de que el país y el mundo sepan que este pedazo de tierra existe y es hermoso”.
La declaratoria se hizo posible por los resultados del registro, inventario y catalogación de bienes patrimoniales y estudio histórico de la memoria de Ancón que realizó el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural Regional en cinco meses.
Pedro del Río Jarrín, conocido como Perico, ha vivido los 67 años de su vida en Ancón, es dueño de la farmacia Santa Marianita, “la primera botica de la península fundada por mi padre en 1935”, asegura mientras cuenta que él aún se dedica a la farmacopea antigua, preparando purgantes y poción de riviere.
Perico recuerda como era Ancón cuando la Anglo estaba a cargo. “Todo era orden y disciplina, el campamento era completamente limpio, las casas bien arregladas y teníamos un comisariato inmenso con productos de primera calidad”, cuenta con euforia mientras que Mercedes Roca Matruz, quien vivió desde los cuatro años en Ancón, detalla que en esa época, un hombre de la sanidad se encargaba de visitar cada ocho días las casas y supervisaba que todo estuviera limpio y arreglado.
En la actualidad la empresa encargada de la explotación del petróleo en el lugar es Pacifpetrol. Francisco Chávez, gerente de la compañía, comenta que ellos han aportado al desarrollo de la pequeña ciudad restaurando algunas casas del barrio inglés que se encontraban en pésimo estado y están adecuando un mirador para que los turistas puedan observar el mar.
A pesar de que la regeneración llegó al centro del Ancón, aún hay muchos sitios que deben ser restaurados conservando su arquitectura original. Los habitantes del “campamento” como muchos aún lo llaman sienten que esta declaratoria le devolverá la vida a la ciudad.