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Punto de vista

¿Una imagen o mil palabras?

¿Una imagen o mil palabras?
24 de septiembre de 2015 - 00:00

El proverbio chino “Una imagen vale más que mil palabras”, estribillo de diseñadores gráficos alérgicos a la lectura, puede ser verdad para idiomas ideográficos como el chino, en los que el hablante debe memorizar miles de grafismos que equivalen cada uno a una idea, a diferencia de los alfabéticos, en los que, con unos pocos signos (28 en español) podemos “producir un infinito número de mensajes sobre un infinito número de temas” (Marvin Harris).

¿Puede algún genio sustituir con una sola imagen no mil palabras, sino las siete de ese proverbio y expresarlo con la misma precisión y claridad?

Este diario publicó el domingo 29 de septiembre la imagen de Aylan Kurdi en las caricaturas de Charlie Hebdo, sin las leyendas respectivas. A un lado preguntaba al lector cómo las calificaba.

Vista así, sin textos, la imagen del niño más bien aparece conmovedora. Solo las palabras revelan las intenciones de los autores: “La prueba de que Europa es cristiana. Los cristianos caminan sobre las aguas, los niños musulmanes se hunden”, dice la primera caricatura. La segunda: “Tan cerca de la meta. Promoción! 2 menús niño por el precio de uno”. Hay un juego de palabras: “menu” en francés puede significar la carta de un restaurante, y también pequeño, menudo.

En las variadas respuestas predominaron los calificativos airados: Sátiras irrespetuosas, periodismo inhumano sin límites, una total ofensa, morbosidad pura, y refiriéndose a los caricaturistas, nazis malvados.

Hubo también interpretaciones positivas. Una de estas dice: “Un llamado a los gobiernos y personas”. Y añade: “Aunque solo Charlie Hebdo sabe su verdadero significado”.

Entonces: ¿Mil palabras o una imagen?

El invento de la escritura permitió a la humanidad fijar el significado del discurso hablado. La imagen sola con frecuencia resulta ambigua. La incertidumbre la eliminan las palabras. Si logran transmitir la intención del comunicador depende de otro elemento: La calificación cultural del lector. El mejor humor es sutil, fino. Aparece aquí otro fenómeno de la cultura comunicacional actual: La superficialidad.

La primera apariencia de estos dibujos es la de un abuso de la imagen de Aylan. Pero un lector avezado puede comprender que a quien se satiriza no es al niño, en modo alguno. Sino, en la primera, a esa Europa presuntuosa de su cultura “occidental y cristiana”, que mira por sobre el hombro a cualquier otra cultura, especialmente si corresponde a grupos humanos ya de por sí satanizados como, en este caso, los musulmanes.  En la segunda el sentido es menos fácil de interpretar: “¿Un niño emigrante muerto? Ah, solo vale la mitad de uno europeo: Dos por uno”.

Pero ese humor tan delgado, tan inasible, está muy lejos del que impera en Facebook o en Whatsapp o en e-mail, donde hay que añadir un ja ja ja o el respectivo emoticón para indicar que es una broma. Es como cuando un mal contador de chistes no hace reír a su auditorio y tiene que aclarar: “Ríanse, es un chiste”.
Cultura actual: e-cultura. (O)

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