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Ecuador, 22 de Enero de 2025
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El campus universitario queda a 30 minutos de ibarra. la construcción concluirá en 2017

Las horas en Yachay pasan entre clases, la cocina y los quehaceres (VIDEO)

Los alumnos que se nivelarán hasta finales de agosto reciben la última clase del día en los exteriores de la Universidad. La maestra chilena, que vive en Yachay, dicta la cátedra de biología. FOTOS: JOHN GUEVARA.
Los alumnos que se nivelarán hasta finales de agosto reciben la última clase del día en los exteriores de la Universidad. La maestra chilena, que vive en Yachay, dicta la cátedra de biología. FOTOS: JOHN GUEVARA.
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En el aula número ocho de la Universidad de Investigación de Tecnología Experimental Yachay, los estudiantes entonan la clásica canción de cumpleaños. Pablo Zambrano se sonroja. Todavía quedan pendientes los 19 correazos que quieren propinarle sus amigos, pero él sortea ‘la muestra de cariño’, toma la mochila negra de lona y posterga la celebración hasta la noche.

Ríe. Dice que es la tercera vez que le cantan el cumpleaños, y eso lo aprecia. Ha recibido un centenar de saludos de sus compañeros y profesores -pese a conocerlos hace dos semanas- y eso también lo aprecia, sobre todo, porque ahora está lejos de su familia, a 130 kilómetros de casa.

— ¿Ya soplaste las velas?

— No todavía. No sé si coma pastel, pero lo más seguro es que en la noche cocinemos algo.

— Ah, un momento de relajación.

—Claro, no siempre se cumplen 19 y menos en Yachay.

Esta es la primera universidad científica y tecnológica de Ecuador que se construye en SanMiguel de Urcuquí (Imbabura), un cantón con 15.888 habitantes, asentado en medio de un paisaje de ensueño.

La mayor parte de ellos se dedican a la agricultura y casi todos se conocen. Por eso está de moda que comenten sobre los nuevos rostros que han llegado al pueblo. “Son todos jovencitos y parecen famosos porque hasta la televisión ha venido acá”, cuenta María.

La señora de 40 años no se equivoca. Desde hace varios días, periodistas y turistas visitan a los chicos en Yachay. Los observan a través de los ventanales de las aulas, en los patios universitarios y hasta en las residencias. Y eso tiene una explicación para uno de ellos.

“Somos la primera generación, los pioneros en el cambio de educación. Venimos con esa presión porque vamos a ser el experimento del nuevo Ecuador”, dice Marco, un chico con acento costeño que dejó su natal Quevedo y que ahora sueña con estudiar ingeniería en energía.

Luego de culminar las clases, algunos jóvenes se divierten jugando voleibol en una de las plazas del campus universitario.

Marco sale de clase a partir de las cuatro. Se suma Israel, también Pablo y juntos caminan por el empedrado hacia las residencias universitarias. Se apresuran porque todavía hay tarea por hacer. Colocan el dedo pulgar en la máquina que detecta huellas y de inmediato la puerta de su casa se abre. Miran hacia atrás, se despiden con un gesto y se pierden.

Más arriba en el jardín principal que colinda con cuatro aulas de clase está Caroline Dacquet, la ‘profe’ de Biología que dejó Chile para vivir en Yachay.

Dicta clase a 14 alumnos. Todos atienden casi sin pestañear. Una pregunta, risas y otra pregunta. Ella tiene una metodología especial porque enseña la biología desde la cotidianidad y le encanta utilizar elementos visuales.

Si Caroline dibuja un elefante en la pizarra quiere decir que los chicos deben memorizar los contenidos. Si es un águila, ellos deberán ser más inquisitivos y cuestionar. Si se trata de un búho, relacionarán la biología con un ámbito más social. “Trato de aprovechar esa curiosidad innata, más ingenua para que ellos descubran el mundo desde muchas miradas”, explica.

Antes que el sol se oculte, las aulas quedan vacías. Los chicos aprovechan los últimos rayos para distenderse. El patio principal se llena. Un grupo de jóvenes deja caer las mochilas junto a una pileta, mientras se colocan en círculo para iniciar un partido de voleibol.

Uno, dos, tres golpes sobre la muñeca. Y “la chica de Galápagos”, como algunos llaman a Charlotte Berrezueta, deja caer la pelota que rueda hacia la sala de los profesores. De un brinco la joven isleña devuelve la pelota al ring.

Es delgada, con el cabello lacio y aunque tiene 17 años y luce pequeña, tiene más claro el panorama profesional que mucha gente que duplica su edad.

Lo suyo es la nanotecnología, lo supo desde los últimos años de colegio.Por eso Yachay siempre fue su prioridad. “Extraño mucho a mi familia, pero es algo necesario para mi educación”, dice.

La vida universitaria en Yachay va más allá de compartir cátedra. Es levantarse un día y tener una segunda familia, es convivir con personas que nunca has visto en tu vida, es comprender al otro sin causarte daño a ti. Es mudarte a un lugar en el que nunca antes habías estado.

En Yachay se siente un ambiente de solidaridad. Los muchachos han establecido horarios para levantarse, ducharse, preparar el desayuno, el almuerzo, arreglar la casa, lavar la ropa, estudiar y cenar.

“Aquí todos los chicos con los que convives son un mundo distinto y aprendes full cosas”, dice Mayra Jiménez. Lo que más le ha costado es cocinar, pero se defiende, y con sus amigas han acordado turnarse para preparar las meriendas.

Los jóvenes tienen clase de matemáticas, inglés, química, física y biología durante seis días a la semana. Un receso de diez minutos y almuerzo de una hora.

Es por eso que el domingo es uno de los días más esperados porque se entregan a los brazos de morfeo más allá de las 06:00. Muchos viajan a sus ciudades de origen, otros ‘turistean’ por Ibarra, hacen compras o practican fútbol y básket.

El tiempo pasa volando y otra vez será lunes. En Yachay también estará Don Silvio, el señor de la única tienda que oferta helados y todo tipo de snacks. Humberto de la Cruz, quien trabaja jornada completa en la construcción del campus universitario. Y el infaltable grupo de escultores que convierten cinco enormes cipreses en íconos del conocimiento.

En Yachay todo es novedad, nadie pasa desapercibido. Aunque muchos creen que dejarán de ser ‘famosos’ en un mes, otros creen que serán recordados como la primera generación que le apostó al Ecuador.

Datos

En Yachay estudian 174 jóvenes de varias provincias del país, incluido Galápagos. Además, existen 40 docentes PhD de Chile, España, Estados Unidos y otros.

Las provincias que más estudiantes tienen son Pichincha (42), Guayas (30), El Oro (16), Imbabura (12), Manabí (12) y Azuay (7).

Los alumnos que estudian en Yachay, provienen de 21 provincias del Ecuador.

Por etnias, en la Universidad del Conocimiento estudian 2 afroecuatorianos, 3 blancos, 3 indígenas, 2 que se autodefinen como otros y 167 mestizos.

Los jóvenes, que en su mayoría tienen entre 18 y 20 años, se graduaron de al menos 120 colegios. Alcanzaron más de 800 puntos en el Examen de EducaciónSuperior.

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