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¿Es necesaria la creencia de Dios en la postmodernidad?

¿Es necesaria la creencia de Dios en la postmodernidad?
09 de agosto de 2012 - 00:00

“Dios no existe; es un tanto escandolosa esta frase, y que lo diga un cura es grave”. Así empezó su intervención el sacerdote Luciano Bellini frente a un grupo de interesados que se reunieron ayer en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil para ensayar respuestas a la pregunta: ¿Es necesaria la creencia de Dios en la postmodernidad?

Aclarando que Dios no puede existir porque “no tiene principio, ni final”, Bellini aclaró sin embargo que, según la Escritura, Dios es la esencia de todo”. Hizo referencia a las construcciones existentes sobre Dios, aquellas que lo convierten en un ser humanizado que castiga y premia a “buenos” y “malos” o que controla el comportamiento de la gente.

“Yo me aferro a la idea de un Dios distinto, vivimos en un mundo lleno de crisis económicas, de educación, religión y modelo de familia; si el hombre tuviera la capacidad de acoger el proyecto que Dios ha manifestado en Jesús,  probablemente se acabarían las crisis, porque lucharíamos más por la dignidad del hombre, la  justicia y la equidad. Creo que eso es una utopía, pero sería un camino para tratar de crear una humanidad distinta”, aseguró el sacerdote frente a los estudiantes.

Joaquín Hernández, doctor en filosofía, explicó en su intervención la relación entre la postmodernidad, la caída de los metarrelatos -“aquellas narraciones que dan sentido a la existencia universal”- y la muerte de Dios, enunciada por el filósofo Friedrich Nietzche.

Remitiéndose a otro filósofo, Gianni Vattimo, Hernández señaló que esta muerte habla de una “condición humana que se aligera porque ya no tiene un referente definitivo ni último sino que queda en un mundo de juegos, donde existen los conflictos de los valores y ningún valor tiene la prioridad de decir yo soy el único, yo soy el definitivo”.

Recordó que la filosofía postmoderna recibió la herencia del giro linguístico, planteando que “los seres vivimos interpretaciones, contamos narraciones -sin pensar a estas alturas que alguien tiene la verdad, lo que es peligrososísimo, porque conduce hacia el autoritarismo-, lo que hacemos es dialogar sobre nuestras narraciones, intercambiar nuestras experiencias, lo cual implica que el lenguaje es aquello que nos constituye”.

Hernández concluyó su intervención diciendo que Vattimo, si se le preguntase sobre la necesidad de una creencia de Dios, contestaría que no es necesaria, “en la medida en que este término remite a un concepto autoritario de la verdad y una visión metafísica del mundo”. Sin embargo, apeló a que hoy se puede creer en Dios con más  libertad que antes:

“Somos seres en el lenguaje, somos intérpretes permanentes, ¿y qué hacemos con la Biblia si no interpretar permanentemente? Desde ese punto de vista, la creencia en Dios en la postmodernidad es posible, aún puede sintetizársela en una sola frase: Creer que se cree”.

Antonio Aguirre, psicoanalista,  recordó que Samuel P. Huntintong describe como pilares de la civilización “al lenguaje  y a la religión”; anotando que en la búsqueda de un sentido para la vida se puede apelar a la política pero, también, como dijo el psicoanalista Jaques Lacan, al retorno a la religión.

“Nos vamos a cansar de esta especie de falta de referencia, del consumismo, de entretenernos en las banalidades y vamos a empezar a reclamar el retorno a la religión”.

En su intervención, Aguirre hizo referencia a la búsqueda de referencias extremas, “entonces empiezan a caer en una especie de tedio y aburrimiento, en medio de tantas emociones prometidas”.

¿Qué pasa cuando se agota el sentido político? Para Aguirre queda el sentido étnico, para algunos; pero es en la búsqueda de “una referencia, un ícono fuerte, donde se empieza a sentir una necesidad urgente que crea preguntas como aquella que ayer los estudiantes plantearon a los participantes.

Hernández y Aguirre se refirieron a las revoluciones, como conceptos que se van perdiendo, porque pueden convertirse en farsa. Los participantes realizaron cerca de diez preguntas a los invitados, hasta que finalizó esta conversación sobre Dios, en la universidad.

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