El rescate de animales silvestres fue un trabajo emblemático para el Ministerio del Ambiente (MAE) en este año. Desde enero hasta noviembre de 2014, se decomisaron 1.935 especímenes entre mamíferos, reptiles, anfibios, peces, invertebrados y plantas. (Ver infografía).

El Ministerio también detalla que se decomisaron 1.467 libras de carne de monte, de ellas, 1.269 son de mamíferos; 16, de aves; 62, de reptiles, y 120 corresponden a peces.

La Amazonía ecuatoriana sigue siendo la zona donde más especies se decomisan debido a su biodiversidad. Están por ejemplo, Pastaza con 281 especies, Sucumbíos con 128, Orellana con 104 y Napo con 54, entre otras provincias también de la Costa. Pichincha registra 264.

Si hablamos del tipo de especies decomisadas están el oso perezoso, zarigüeya, mono chorongo y mono ardilla. En el grupo de aves, por ejemplo, se ha logrado retirar, en su mayoría, loros, pericos, quilicos (uno de ellos liberado hace pocos meses). En reptiles se decomisan tortugas, boas, iguanas, caimanes, etc.

Para Francisco Prieto, director nacional de Biodiversidad del MAE, este año ha sido exitoso en lo que respecta a la gestión. Aseguró que se empezó a establecer políticas claras para contar con información veraz sobre la conservación y biodiversidad en Ecuador. Además, no descarta que el próximo año se empiecen a crear más áreas protegidas.

También explicó que se inició con el proyecto de vida silvestre que analiza cómo las áreas protegidas se empiezan a tomar en cuenta en los planes de ordenamiento territorial y cómo los actores locales ven a este tipo de zonas como funcionales. Otro logro —a su criterio— ha sido el decomiso de animales. “Por una parte es bueno porque significa que tenemos un buen mecanismo de control, pero también es malo porque todavía no llegamos a sensibilizar a la ciudadanía”, dice.

Los controles y decomisos se realizan gracias a la Unidad de Policía de Medio Ambiente, la Secretaría Nacional de Inteligencia y a las denuncias ciudadanas a través de la línea 1800-Ambiente.

Prieto explica que una vez decomisadas, las especies son trasladadas a centros habilitados para su recuperación. En 2013 existían 79 centros con todos los permisos, este año ascienden a 100.

En primer lugar, un veterinario de vida silvestre hace una valoración de la especie y determina si es factible o no una liberación. Si esto es posible, el animal debe estar en aislamiento en contacto mínimo con humanos.

Sin embargo este no es el panorama más habitual ya que la gran mayoría de animales muere en estos centros debido a las condiciones dramáticas en las que llegan, es decir sin ojos, sin extremidades y muy desnutridos. “Menos del 1% de los animales tiene la oportunidad de ser liberado”, indica Prieto.

Este año también se registraron 2 casos emblemáticos que arrebataron la vida de animales silvestres. Uno fue el caso del cóndor Felipe quien tenía un rastreador satelital y apareció muerto por disparos en abril, cerca de la laguna de Salayambo, en Napo.

También se registró la muerte de un oso de anteojos en julio de este año en la zona de Sucúa, en Morona Santiago. La foto de este animal junto a su presunto cazador fue colgada en redes sociales.

Francisco Prieto aseguró que en el caso del cóndor las investigaciones avanzan pero es difícil determinar responsables al no contar con una fotografía al menos del implicado. En cambio sí se dio con el responsable de la muerte del oso, debido a que las evidencias fueron colgadas en redes sociales. Para evitar estos casos, uno de los retos para el 2015 será fomentar campañas educativas para la conservación de la vida silvestre.