Punto de vista
Deporte para el desarrollo
¿Te acuerdas de cuando eras niña o niño y jugabas al fútbol o baloncesto en la escuela? ¿Y de cuando corrías hasta quedarte sin aliento en la pista de atletismo? Muchos niños, niñas y adolescentes del Ecuador y del mundo entero no lo recuerdan, porque no tuvieron esa oportunidad cuando eran pequeños.
Poder jugar y practicar deporte no es solo una opción de vida saludable, es un derecho reconocido en el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño y en otros instrumentos internacionales como la Convención sobre los Derechos de Personas con Discapacidad.
En Ecuador, el deporte también está garantizado como un derecho. Tanto la Constitución, como el Plan Nacional para el Buen Vivir (PNBV) 2013-2017, establecen la obligación del Estado en promoverlo, y lo consideran como una herramienta clave para mejorar la calidad de vida de la población, fomentar la inclusión social y reducir desigualdades.
En el caso de los niños, niñas y adolescentes, está demostrado que la práctica del deporte les ayuda a mejor su rendimiento escolar, les brinda la oportunidad de expresarse y trabajar en equipo. El deporte estimula un estilo de vida saludable y una buena alimentación, crea sentimiento de comunidad y pertinencia, y propicia el diálogo para resolver conflictos de forma no violenta. Es sin duda una práctica que enriquece la vida y que además de ser un derecho en sí mismo, es un medio para promover y garantizar otros derechos.
A nivel mundial se reconoció la importancia del deporte y sus valores en la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas del año 2000 y en la Sesión Especial de 2002 en favor de la Infancia. A partir de entonces, se posicionó al deporte como un actor de desarrollo y paz.
UNICEF trabaja con los gobiernos y la sociedad civil para promover la práctica deportiva desde la niñez y generar las condiciones necesarias para que esto sea posible. Incorpora la fuerza y el potencial del deporte, la recreación y los juegos dentro de los programas nacionales, y lo utiliza también como una herramienta para fortalecer la inclusión de los niños y niñas con discapacidad.
El deporte para el desarrollo no es un fin en sí mismo sino un instrumento eficaz para mejorar la vida de los niños, de sus familias y comunidades. Actualmente existen muchos niños y niñas a nivel mundial que no juegan porque están trabajando o porque no tienen un espacio seguro y adecuado donde hacerlo.
Es necesario eliminar esas barreras que impiden a los niños jugar, porque los beneficios de ser parte de un equipo de fútbol, voley o baloncesto, son para toda la vida. Toda escuela debería asegurar áreas deportivas y de recreación, así como los municipios o gobiernos locales deberían fomentar espacios seguros y gratuitos para hacer deporte.
Al igual que la salud, la educación o la protección, el deporte es también un derecho que ha de ser garantizado por igual.