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Punto de vista
Un buen nacer
En Ecuador nacen alrededor de 1.000 niños cada día. El crecimiento diario medio de la población mundial es de aproximadamente 200.000 personas por día. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), tres de cada cuatro fallecimientos de recién nacidos se producen en la primera semana de vida, y de estos la mitad se produce en las primeras 24 horas.
Esta problemática se produce sobre todo en países con escaso acceso a la atención de salud. La mayoría de los recién nacidos fallece en el hogar, donde no recibe los cuidados profesionales que brindan las facilidades médicas. Esto hace que, cuando los partos se producen sin las condiciones adecuadas, las posibilidades de supervivencia de los bebés disminuyan.
Es necesario fortalecer una de las principales labores de la Salud Pública, siendo esta la de proteger a las madres y a los recién nacidos. Esta acción debe enfocarse en facilitar el acceso a la atención médica, desde la etapa de embarazo hasta el nacimiento del bebé. En ese sentido, el Gobierno de Ecuador ha realizado esfuerzos excepcionales para conseguir el cumplimiento de la meta del 75% de reducción de la muerte materna, indicador que fue impulsado por la Organización de las Naciones Unidas. Con un promedio regional de 50%, el país alcanza el 68% a fines del año 2014 y 71% a fines de 2015, por lo que se proyecta su consecución este año.
El embarazo tanto para la mujer como para su eventual pareja representa grandes cambios. La llegada de un nuevo ser genera procesos personales que promueven cuidar de manera especial la calidad de vida, convirtiéndose en una gran oportunidad para enriquecernos como seres humanos, puesto que se asume la responsabilidad de acompañar y guiar el nacimiento y crecimiento de otro ser humano, para así lograr una experiencia saludable, consciente y amorosa. Por eso, el trabajo y el apoyo humanitario de los profesionales de la salud y de las “doulas” o parteras, quienes son asistentes sin titulación oficial que proporcionan apoyo físico y emocional a las mujeres durante el embarazo y el parto, son necesarios para el buen nacer de los nuevos ciudadanos.
Los niños y las niñas tienen derecho a la vida, cada uno de ellos inspira felicidad y amor en sus hogares y en la sociedad, por lo que está en manos de todos asegurar no solo su derecho a la vida, sino preocuparnos por su crecimiento y desarrollo en un ambiente de bienestar. La creación de la sociedad del Buen Vivir no puede entenderse sin que sea considerada desde el primero al último día de vida, es decir un Buen Nacer, un Buen Vivir y un Buen Morir. (O)