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La dificultad, una oportunidad para el crecimiento
La noción de que la palabra crisis puede ser sinónimo de oportunidad se ha popularizado al punto de volverse prácticamente un cliché. Una frase motivadora, pero que en estricto rigor práctico resulta tan abstracta e imprecisa que se vuelve difícil de aplicar y cuyo uso está tan extendido que ya parece una obviedad (algo semejante a decir que si tienes un problema debes buscarle una solución). Sin embargo, la sabiduría que encierra es la de reconocer que se puede adoptar diversas actitudes y perspectivas, incluso frente a las mayores dificultades; frente al dolor y a las limitaciones más extremas que un ser humano puede experimentar. En casos de calamidad, las actitudes, perspectiva y acciones que tomemos van a marcar grandes diferencias, tanto en la experiencia subjetiva, como en las consecuencias objetivas resultantes.
La historia ofrece ejemplos de personajes notables, tales como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y Martin Luther King Jr., cuyas convicciones -y consecuentes actitudes y acciones- frente a situaciones de extrema injusticia social fueron elementos clave para lograr la conquista de derechos políticos para sus pueblos. Respecto a estos líderes podemos afirmar por una parte, en lo que refiere a su importancia histórica, que ellos fueron actores protagonistas de las respectivas crisis políticas que atravesaron sus sociedades. Sus discursos y actos de resistencia irrumpían la cotidianidad, transgrediendo la normalidad de las dinámicas sociales instituidas entre oprimidos y opresores, constituyéndose de este modo en una amenaza para la continuidad del orden establecido y generándose, por lo tanto, una crisis institucional. En estos países (India, Sudáfrica y Estados Unidos), las diversas crisis mencionadas generaron la oportunidad para hacer reformas, dando lugar a sistemas políticos más justos. Por otra parte, en lo referente a su ejemplo como seres humanos, se puede constatar en sus biografías la entereza con la que cada uno de ellos enfrentó las situaciones de crisis personales (fueron blanco de todo tipo de violencia y presiones por parte del establishment para obligarlos a abdicar de su lucha), de forma tal que sus vidas dan testimonio de que el ser humano es capaz de cultivar los valores más significativos, incluso en los contextos más adversos.
Asimismo, se conocen casos en los que una experiencia extrema, como estar preso en condiciones inhumanas, resulta en un catalizador de crecimiento interior, dando pie a la creatividad y a la manifestación de recursos personales antes insospechados. Por ejemplo, el místico poeta católico San Juan de la Cruz, al ser apresado de forma injusta y encontrándose en condiciones de aislamiento, decidió ocupar ese tiempo para la contemplación profunda y para el encuentro con Dios. Fue bajo esas circunstancias de privación que escribió mentalmente algunos de sus versos más hermosos (carecía de materiales para escribirlos físicamente, por lo que los memorizó). De forma similar, José ‘Pepe’ Mujica, expresidente de Uruguay, que estuvo preso durante 14 años (10 de ellos en aislamiento), ha declarado que él no sería quien es si no hubiese pasado por esa experiencia, afirmando que “las cosas se sufren, después se mascan y, a veces, se hacen palabras; se hacen consciencia”.
Otro ejemplo de esto, quizás uno de los más emblemáticos, es el del Dr. Viktor Frankl, psiquiatra austríaco que estuvo preso y sobrevivió a varios campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Dada su formación profesional, se dio a la tarea de observar y analizar en profundidad -y desde adentro- la psiquis de los prisioneros. Después de ser liberado escribió el libro El hombre en busca de sentido, en él nos relata la cruda experiencia que vivió bajo el yugo nazi y recoge sus hallazgos respecto a la psiquis y el comportamiento humano en esas circunstancias. Una de las conclusiones importantes a las que llega es que existe una libertad última: la libertad interior. A pesar de verse en una situación de absoluta restricción externa, según Frankl, interiormente uno opta por sucumbir o no frente a ese medio. Él pudo observar que, si bien todas las personalidades sufrían transformaciones, luego de pasar por varias etapas psicológicas la indolencia frente a la muerte y el dolor ajeno pasaba a ser lo normal entre los prisioneros. No obstante, mientras algunos presos se volvían incluso más violentos e inhumanos que los mismos guardias -con el fin de sobrevivir en mejores condiciones-, había otros reclusos que llegaban a tener actitudes compasivas, preocupándose del bienestar de sus compañeros, tratando de asistir al enfermo o compartiendo su ínfima ración de comida. Para la mayoría de ellos era una lucha constante por encontrar la fuerza de voluntad para sobrevivir, con la muerte rondando en cada esquina y desprovista la vida de todo tipo de satisfacción o razón aparente para seguir existiendo. Después de semejante vivencia, Frankl afirma que “al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino”.
Las crisis y las situaciones difíciles o incómodas nos sacan de nuestra zona de confort, presionándonos a explorar potencialidades latentes en nosotros mismos; recursos internos que nos ayudan a sobrellevar las dificultades y que pueden enriquecer, no solo nuestras vidas, sino también las de los que nos rodean.
De modo que, al momento de enfrentar una crisis, recuerda que los condicionantes del medio no son absolutos, no determinan el cómo uno va a asumir las situaciones. Ten presente que, aun en las peores circunstancias, cuando vemos el panorama más oscuro, podemos encontrar una luz en nuestro interior. (I)