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ECUADOR PROMUEVE EL BUEN VIVIR COMO UNA ALTERNATIVA AL DESARROLLO

Felicidad, aspiración de la ONU desde 2012

Camilo Ponce Enríquez, exministro de RR.EE., firmando la Carta de la ONU en EE.UU. en junio de 1945. Cortesía ONU/McCreary
Camilo Ponce Enríquez, exministro de RR.EE., firmando la Carta de la ONU en EE.UU. en junio de 1945. Cortesía ONU/McCreary
27 de septiembre de 2015 - 00:31 - Redacción Sociedad

“Un compromiso para la acción” es el lema que ha adoptado el danés Mogens Lykketoft, el actual Presidente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), con el fin de que todos los miembros retomen con ahínco el espíritu de solidaridad global y así cumplir con el mandato de la Carta que la fundó hace 70 años.

Muchas cosas han pasado desde aquel octubre de 1945 cuando representantes de 51 países reunidos en San Francisco (Estados Unidos) firmaron la Carta de las Naciones Unidas.

La ONU debía superar el fracaso de la Sociedad de Naciones, organización que nació en 1919 -después de la Primera Guerra Mundial- para establecer las bases para la paz y reorganizar las relaciones internacionales. Ese objetivo nunca fue alcanzado por la Sociedad de Naciones y el fruto de su fracaso condujo a la Segunda Guerra Mundial.

En su Carta fundacional la ONU definió los tres pilares de su labor: la paz y la seguridad, el desarrollo, y los derechos humanos. Hoy en día son más las voces que dentro y fuera del organismo exhortan a mejorar su desempeño.

Además del presidente de Naciones Unidas existe la figura del secretario general, cargo asumido desde 2007 por el coreano Ban Ki-moon, quien reconoce que el mundo ha cambiado radicalmente desde la creación de la ONU y afirma que hoy todos debemos ser innovadores y eficaces en la búsqueda de alternativas ante los nuevos problemas globales como el cambio climático, la escasez de recursos o la propagación de enfermedades infecciosas, fortaleciendo el trabajo de la organización, buscando mayor eficacia en su mandato y en el uso de sus recursos.

¿Y qué decir de las guerras? A pesar de la existencia de la ONU, éstas no han cesado desde 1945. Un informe publicado en la revista American Journal of Public Health indica que desde el final de la Segunda Guerra Mundial han ocurrido 248 conflictos, en los que el 90% de las víctimas han sido civiles. Esto no puede seguirse tolerando.

Reconocidos economistas internacionales como Jeffrey Sachs señalan que es necesario impulsar reformas como la refinanciación de Naciones Unidas, haciendo que los países más ricos contribuyan con más aportes. Además señala la importancia de ejecutar acciones para la protección de los océanos, promover sistemas de energía renovable, combatir las enfermedades e impulsar la innovación tecnológica, la cooperación cultural pacífica y la planificación urbana.

Estos temas son de interés para todos los países del planeta, incluyendo Ecuador. De hecho, el país es promotor de discusiones neurálgicas en temas como los derechos de la naturaleza o sobre nuevas formas de planificación urbana que promuevan el Buen Vivir.

No es casualidad que el Ecuador sea sede de la Tercera Cumbre Mundial de Desarrollo Urbano Sostenible Hábitat III en 2016. Este es un encuentro organizado por las Naciones Unidas cada 20 años, del cual se derivan decisiones en materia de política pública en asuntos vinculados a la vivienda y al desarrollo urbano, donde el país dará a conocer al mundo las perspectivas sobre el Plan del Buen Vivir con la proyección del urbanismo integral.

Este tipo de acciones son las que demandan una nueva forma de gobierno global que facilite alcanzar nuevos acuerdos en materia de derechos, de paz y seguridad internacional, y en asuntos humanitarios y ambientales.

Si bien es cierto que en el seno de las Naciones Unidas los países del mundo hemos alcanzado algunos acuerdos significativos en temas relacionados con los derechos humanos, los derechos de la infancia, de las mujeres, de los pueblos y nacionalidades indígenas o se han impulsado procesos de transformación global, como el definido a partir de los Objetivos del Milenio, aún debemos avanzar más.

Un elemento de interés se destaca en la celebración de los 70 años de la ONU: la Cumbre Especial sobre Desarrollo Sostenible que se celebrará en los próximos días en Nueva York, en la que se discutirá un ambicioso programa para mejorar la vida de las personas y proteger el planeta para las generaciones futuras.

Esta es una acción central para la definición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para los próximos años. Los temas centrales a discutir serán la erradicación de la pobreza y el hambre; la mejora de la salud y la educación; la construcción de ciudades más sostenibles; la lucha contra el cambio climático; y la protección de los bosques y océanos.

Estas metas requieren un cambio en el actual estilo de vida social y económico que está llevando a la humanidad a la extinción masiva. Por ello, es necesario alcanzar alianzas globales para enfocar una serie de acciones y crear las condiciones para construir una felicidad basada en la existencia armónica con el ambiente y con el conjunto de seres humanos.

Es así que hoy el mandatario ecuatoriano Rafael Correa intervendrá en la sesión de la Cumbre de Desarrollo Sostenible como presidente pro-tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). La cumbre empezó el viernes anterior para la adopción de una agenda de desarrollo global para los próximos 15 años.

Precisamente hace tres años (en julio de 2012) la Asamblea General de la ONU decretó el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad. De esta forma se reconoce su relevancia, definiéndola como una de las aspiraciones universales de los seres humanos.

Por ello se declaró la necesidad de impulsar la inclusión de la felicidad en las políticas públicas de los gobiernos. En esta dirección, Ecuador hace años está promoviendo el Buen Vivir como una alternativa al desarrollo: un mundo sin miseria ni opulencia; un mundo sostenible basado en valores y prácticas solidarias con la comunidad y la naturaleza.

Romper con el patrón de acumulación de bienes y riquezas que muchos consideran como sinónimo de bienestar no es una tarea fácil. Sin lugar a dudas, este mundo necesita un cambio en las personas para hacerlo más solidario. Hace algunas semanas, Peter Singer, profesor de Bioética en la Universidad de Princeton, afirmó que las personas que viven en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) –organización que agrupa a 34 países miembros, la mayoría ricos- gasta más en cerveza que en ayudar a los mil millones de personas que sufren pobreza extrema.

Democratizar las relaciones en el mundo es todo un reto. Eso también implica repensar las relaciones de poder dentro de las Naciones Unidas. No deberíamos seguir con un modelo en el que los países más poderosos deciden o vetan –en función de sus intereses- hechos que afectan a los 193 países miembros.

Fortalecer el multilateralismo en todas las decisiones dentro de la Organización de Naciones Unidas podría facilitar la cooperación en los asuntos prioritarios para el planeta.

Avanzar en la construcción de una soberanía global es urgente; una soberanía en la que podamos establecer nuevas formas de gobierno y normas en las que nos reconozcamos como humanos. Una soberanía global que permita darle preferencia al intercambio de valores culturales y no solo a los de mercado; que priorice las condiciones de vida digna y no los intereses de los bancos.

Es claro que la responsabilidad no recae solo en la ONU como organización, es una tarea de todos: de los ecuatorianos, de los latinoamericanos, de los 7.000 millones de personas que precisamos de un mundo más justo, más solidario y más verde. (I)

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