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Ecuador, un país para recorrer y compartir
La armonía con uno mismo, con la comunidad y con la naturaleza son factores fundamentales para el Buen Vivir. Estas armonías se relacionan estrechamente con la actividad turística. El disfrute del tiempo libre trae consigo paz interior, el visitar las comunidades da la posibilidad de compartir, y recrearse con la naturaleza genera en nosotros respeto y amor con lo que nos rodea, la vida.
Antes de los años 70 la actividad turística era analizada solo desde el punto de vista económico, luego se le añadió un aspecto esencial: lo social, elemento que en la actualidad es lo fundamental. Podemos visitar diferentes atractivos, pero sin lugar a dudas el más grande es el ser humano. Es ese contacto el que nos permite aprender de su vida y de su entorno, y es él quien nos brinda alegría en los traslados y estadías, es el complemento perfecto de una hermosa geografía.
El turismo nace con el hombre, con las ganas de descubrir y conocer nuevos espacios. Los desplazamientos de este tipo siempre llevaban consigo la recreación y el descanso. Salir de la rutina es parte del disfrute de vivir, que no debe entenderse como un lujo sino como un reencuentro con la vida. Lo hacemos con familia y amigos, y vamos en busca de descubrir y participar en nuevas aventuras. El turismo es estar en otro lugar, alejados de nuestro espacio habitual, pero viviendo como si fuéramos parte de ese nuevo paisaje; aprendiendo, respetando e integrándonos en la interculturalidad y diversidad.
Hay hechos que propiciaron el origen del turismo y, sin duda, los más relevantes fueron las grandes peregrinaciones. Miles de personas visitaban Grecia, la tierra de Homero, Palestina, la tierra sagrada de la Biblia, la Meca, punto de encuentro del mundo Musulmán, Santiago de Compostela para los católicos, etc. Parte del origen del turismo en nuestro país es similar. Desde hace muchos años iniciaron las peregrinaciones que trasladan a miles de ecuatorianos movidos por la fe, entre las que se destacan dos: la de la Virgen del Cisne y la de la Virgen del Quinche. Allí se unen, bajo este acto, miles de turistas que comparten, se ayudan, disfrutan y se dan muestras de amor sin conocerse. El Buen Vivir está allí, en estos actos desinteresados de dar a quien no se conoce. Fue gracias a estas actividades que se dio inicio a las posadas y fondas, que actualmente son los hoteles y restaurantes.
En cualquier rincón donde esté un turista, sea ciudad, parroquia o comunidad, siempre es bienvenido en nuestro país. Siempre hay espacio para el forastero, más aún en este hermoso Ecuador donde su gente es tan amable.
Por eso, recorrer nuestro país es descubrir el Buen Vivir. Al llegar a la comunidad de Otavalo se vive la alegría de los colores y del amor, y al visitar la de los hermanos Saraguros, con su vestimenta de un color negro profundo, nos hacen conocer la historia misma de nuestras raíces. Los Salasacas, los Tsáchilas, los Záparos, los Quichuas amazónicos, todos guardan ese secreto del Sumak Kawsay. Quizás nunca se sienten a dialogar sobre este tema, pero en el compartir de su vida diaria nos demuestran y enseñan cómo llevar la vida en comunidad. Se ayudan entre ellos, en sus fiestas no hay invitados porque todos son bienvenidos, su principal riqueza está en los ríos, las lagunas, las cascadas, las montañas y, principalmente, en su forma de ver el mundo; siempre están junto a ellos la luna y el sol para ser su compañía de vida. Nosotros en la ciudad habitualmente no consideramos esa armonía, por eso debemos descubrirla visitándolos y, sobre todo, debemos luego practicarla. Estas formas de vivir nos demuestran que somos diversos bajo la misma casa.
Otro aspecto fundamental del Buen Vivir es el buen comer. En nuestro país podemos disfrutar de una excelente gastronomía “a la vuelta de la esquina” -como se dice coloquialmente-. Recorramos nuestro pequeño país que cuenta con una riqueza gastronómica única. Frutos del mar en todas nuestras costas continentales e insulares; encocados, ceviches y cazuelas directo del mar, ¡y con cuánta alegría que nos sirven! En la Sierra podemos degustar el hornado, las sopas, los llapingachos, la cecina y muchos otros productos a base de la papa, la quinua o el amaranto, todo al filo de las sinuosas carreteras de nuestros Andes. El maito, los chontacuros y la chicha que podemos compartir con nuestros hermanos amazónicos son otro ejemplo. ¡Qué fácil, barato y nutritivo que es compartir lo nuestro sanamente!
Sin duda Ecuador es el país del Buen Vivir, lleno de naturaleza. Con sus 50 áreas protegidas -que cubren alrededor del 20% del territorio-, los nevados, los volcanes, las miles de aves (alrededor de 1.600 especies) y, claro, nuestro símbolo el cóndor, al que debemos poner el mayor cuidado. Encontramos 105 especies de mamíferos, espectáculos únicos de nuestra naturaleza como el florecimiento de los Guayacanes en Zapotillo, al sur del Ecuador, en esas miles de hectáreas en las que podemos observar un encuentro de verdadero amor entre la lluvia y las flores.
Lo tenemos todo para practicar el Buen Vivir y turistear. Un país lleno de sabores, de verdes paisajes y de personas alegres y respetuosas. Somos el centro del mundo, dejemos fuera el egoísmo y las pasiones y trabajemos por la vida y por la unidad. Recorramos el país del Buen Vivir, fomentemos valores y virtudes y, sobre todo, amemos la vida. (I)
Datos
Ecuador tiene 50 áreas protegidas que cubren alrededor del 20% del territorio nacional.
Existen en el país más de 1.600 especies de aves, entre ellas el cóndor que requiere de nuestro mayor cuidado.
Antes de los años 70 la actividad turística era analizada solo desde el punto de vista económico.
Se registran alrededor de 105 especies de mamíferos que son parte de nuestro entorno natural.