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La seguridad evitó excesos en El Quinche

La seguridad  evitó excesos en El Quinche
18 de noviembre de 2012 - 00:00

La   romería  hacia   el Santuario de la Virgen del Quinche estuvo marcada -durante  la noche del viernes y madrugada de ayer-  por la  organización, la seguridad, la limpieza inmediata de la basura, la señalización, la atención médica, la solidaridad entre  los participantes,   la reactivación del comercio para los habitantes de la zona, el control en el consumo de bebidas alcohólicas y por supuesto por la fe. 

Durante tres días -viernes, sábado, domingo- cerca de 600 mil personas han participado de la caminata que se realiza por cuatro  rutas: Guayllabamba-Cusubamba-El Quinche, Tumbaco-El Quinche, Guayllabamba-La Victoria-El Quinche  y la “Y” de Píntag-Valle de los Chillos. Hoy es el último día de la peregrinación.

En el caso de la romeriante   Eliana Tapia, la ruta seleccionada  fue una de las más largas:  Guayllabamba-Cusubamba-El Quinche. Su recorrido de 26 kilómetros  inició en la entrada de Carapungo. En el punto se encontró con familiares, amigos y vecinos. Con  un grupo de 15 personas inició la travesía de 10 horas. 

Era la segunda vez que Eliana, de 26 años, participaba en  el recorrido. Esta vez por iniciativa propia, mientras que cuando era niña, a los 10 años, fue invitada por unos  tíos y primos. Esa experiencia no fue tan buena, ya que contó que  hubo demasiadas personas, empujones, rodaban por la pendiente de las montañas, incluso,     constantemente había     peleas, especialmente entre quienes ingerían licor.Esta vez, el grupo realizó algunas compras.

Más de 30 puestos ubicados a lo largo de la entrada de Calderón servían para abastecer a los caminantes con naranjas, limones, panela, tostado y melcochas.Mientras la caminata avanzaba,  varias   personas  daban paso o ayudaban a bajar a otras por los caminos de tierra y piedra. Este año  se sorprendieron al ver que la llamada “Loma de la Penitencia”, ubicada junto al puente de Guayllabamba,  fue cerrada para evitar accidentes que, incluso, llegaban a la muerte.

Jorge Cueva, administrador zonal de Tumbaco, informó que con   meses de anticipación se colocaron en el ingreso a la loma  mallas y muros para bloquear el  paso.Mientras los peregrinos  se dirigían a Cusubamba, el cansancio era evidente: algunos  decidían recostarse  o dormir en las veredas, otros recibían masajes en sus piernas por los calambres y otros -a paso lento-  continuaban el trayecto. Los casos más graves eran atendidos por ambulancias que se dispusieron para socorrer a los peregrinos.

A ellos se sumaban policías y militares que guiaban  con luces, señales y motos a los devotos.Los uniformados, además, cumplían   otro objetivo: evitar que la gente exceda el consumo de alcohol. En ninguno de los más de 300 locales, ubicados en el trayecto, se podía vender licor, y quien incumplía   la norma era sancionado con el cierre inmediato del puesto, por lo que muchos “se quitaron el frío” con café, aguas aromáticas o bebidas energizantes. Segundo, uno de los vendedores,  la peregrinación era una oportunidad para ganar un poco de dinero.

Jesús Palomino, párroco de El Quinche, indicó que desde septiembre los comerciantes sabían las reglas y recordó que la peregrinación  “es un acto de fe”  y si  van con fines de consumo de drogas o licor “no acudan a la romería”.Para el regreso, el Municipio  dispuso buses para las personas. Sin embargo, hubo  quejas por el cobro exagerado del pasaje.

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