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Una psicóloga y orientadora vocacional asegura que la mayor parte de sus experiencias han sido positivas

La labor del maestro requiere sacrificios, pero, al final, genera recompensas

La falta de colaboración que existe, algunas veces, de padres y alumnos es la parte más fea de la docencia. Foto: Archivo/ El Telégrafo
La falta de colaboración que existe, algunas veces, de padres y alumnos es la parte más fea de la docencia. Foto: Archivo/ El Telégrafo
25 de enero de 2015 - 00:00 - Alison Intriago. Colegio Simón Bolívar

Cuando somos estudiantes, siempre pensamos que los maestros quieren hacernos la vida imposible pues nos exigen mucho.

Pero ¿es verdad aquello? ¿Qué esperan conseguir realmente los profesores de nosotros?

Para descubrirlo conversamos con la profesora Mery Barreno Guamán, de 60 años de edad, 40 dedicados a la enseñanza.

La mujer es psicóloga educativa y se desempeña como orientadora vocacional.

La educadora, que trabaja en el colegio Simón Bolívar y en la Universidad Técnica Particular de Loja dijo que eligió la carrera porque le gusta trabajar con el elemento humano.

Barreno Guamán aseguró sentirse “como un pez en el agua” con su profesión y que por ello no ha medido dificultades ni problemas en su desarrollo profesional.

Añadió que a lo largo de su carrera ha tenido, mayoritariamente, experiencias agradables.

Sobre dificultades que pudo haber tenido, apuntó que quizás la mayor ha sido la falta de colaboración de los padres y de los alumnos en la tarea educativa.

Y finalizó relatando la anécdota de que, una vez, cruzando el peaje de la avenida General Rumiñahui alabó la educación de una de las cobradoras. Y esta le respondió que era así porque había estudiado en el Colegio Simón Bolívar.

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