El personaje
El decano de la recolección de basura
La primera impresión que produce Guillermo Toacazo es de asombro.
La idea de encontrarse con el empleado más antiguo del área de recolección de basura de Quito forma en el cerebro una imagen.
Pero en lugar del anciano encorvado, de pelo cano y caminar lento que uno espera, está Guillermo, un hombre de “cuarenta y tantos” dedicado desde 1992 a la limpieza de la ciudad.
Es el decano de la recolección de basura, básicamente, por su persistencia en un área en la que las renuncias
no son pocas.
Reconoce que, en algún momento, él también flaqueó. Pero en lugar de retirarse, optó por buscar alternativas para mejorar su situación laboral.
Desde hace 4 meses, aproximadamente, conduce uno de los camiones de hidrolavado. Antes de ello manejó una volqueta de recolección, pero inició como gestor de desechos a pie de vereda.
Originario del sector San Agustín de Callo (Cotopaxi), llegó a la ciudad como muchos en busca de oportunidades.
Intentó suerte en la construcción por alrededor de un año; en la carpintería otros 3, pero ninguno de esos oficios le gustó.
En el ‘cuartel’ (la conscripción) aprendió electricidad, la profesión que lo ha acompañado desde entonces y le ha abierto caminos.
Cuando decidió que no sería recolector de basura toda la vida, se inscribió en 1988 en la Universidad Técnica Popular Clasista y se convirtió en conductor.
Aquello le valió ascender y permitió que su esposa, Pilar Almache, estudiara y se convirtiera en abogada.
En algún momento, él también soñó con estudiar y obtener un título; pero la falta de tiempo, de recursos y la llegada de los dos hijos de la pareja (hoy universitarios) lo hicieron desistir. Afirma no estar resentido con la vida por ello. Trata de realizar lo mejor posible su trabajo y espera jubilarse algún día de una labor que realiza desde hace 24 años. (I)