Abuelitas cambian el sentido a los reinados
El pasado sábado, en una mesa llena de flores reposaban dos bandas que llevaban las leyendas: Reina y Virreina del Adulto Mayor 2012-2013. Sobre las cintas de colores rojo y azul, distintivos de la bandera de la ciudad de Quito, estaban dos coronas que destellaban.
Noemí Sosa y María Teresa Hidalgo, quienes fueron designadas reina y virreina, respectivamente, jamás pensaron en participar en una elección de este tipo, y menos pasados los 60 años de edad. Así lo confesó Noemí, de 64.
La abuelita contó que se levantó temprano ese día, como todos los sábados, y se dirigió al mercado para hacer las compras de la semana. No tenía nada de particular el día hasta que, entrada la tarde, se puso el vestido que más le gusta, así como unos pendientes y cadena que resaltaban su imagen.
Su hija Nancy Merizalde, de 35 años, la había maquillado y peinado. “No le gusta pintarse, le puse algo bajito. Cuando yo llegué a la casa ya estaba puesta los rulos y luego la peiné. Su cabello es indomable”, contó riendo la hija.
“No esperaba esto, es una bendición de Dios y es para que trabaje. Qué hermoso que me haya tocado en estos momentos, el poder servir y ayudar a todos los abuelitos, porque su sonrisa y miradas son lo más hermoso que puede ocurrir”, dijo Noemí, quien en sus manos tenía un ramo de flores y unos obsequios.
A la elección, Noemí fue acompañada, además de por su hija, por su nieta Camila de 3 años y medio de edad, así como de sus sobrinos nietos Juan Sebastián y Doménica, quienes gritaban “la reina, la reina”. Su esposo y su otra hija no asistieron porque trabajan, pero siempre la apoyaron, contó.
Los amigos del grupo de Noemí, que son del barrio San Martín de Porres, no paraban de abrazarla, de tomarse fotografías y de sacarla a bailar. “Baile, baile”, le decían.
La virreina también hacía de las suyas. En una esquina tenía la misma agenda que la reina: fotografías, abrazos y mucho baile.
María Teresa Hidalgo tiene 80 años y la dureza de un roble, sonríe y camina ligero. Esa tarde se puso su traje negro y se hizo un moño, para que el cabello no le estorbara.
Ya con la corona y la banda, María Teresa era buscada por sus compañeros del grupo Manuelita Sáenz para la foto oficial.
“Yo sí le dije a la Teresita que iba a ganar. Sí, yo soñé anoche”, decía a sus compañeros doña Lola, una mujer de 72 años y con gran habilidad para subir y bajar las gradas. “Usted aquí, Teresita en el medio, los demás nos ponemos en las gradas”, gritaba mientras los cerca de 30 compañeros que asistieron obedecían.
Una vez acomodados todos gritaron “wisky” y se grabó la imagen.
La elección contó con 26 candidatas que representaron al mismo número de agrupaciones del proyecto “60 y Piquito”, que lidera el Municipio de Quito.
De las 26 candidatas, quedaron cinco finalistas que representaban a las parroquias que conforman la Administración Zonal de Quitumbe, que agrupa 413 barrios.
La elección de la reina mantuvo los mismos recursos que los tradicionales reinados de belleza, pero la diferencia radica en los objetivos. Mientras que en los típicos se legitiman los estereotipos de la belleza, en la elección de la reina del adulto mayor se destaca la solidaridad.
Las candidatas fueron elegidas por sus respectivos grupos por su capacidad organizativa, su liderazgo y su apoyo incondicional, dijo Teresa Espinoza, del grupo Las guambras del Camal Metropolitano.
Otro de los objetivos del reinado es unir y trabajar por los abuelitos y abuelitas y organizar, sobre todo, los paseos que les da vitalidad. Esta elección también se realizó con la finalidad de reunirlos y visibilizarlos.