Punto de vista
Un mundo un poco más peligroso
Un gabinete de ministros o de secretarios de Estado constituye una muestra lo suficientemente representativa de la complejidad de todo gobierno, tanto en lo que hace a su composición política e ideológica, como así también del rumbo u orientación que se le quiera brindar. Un equipo de gobierno debe constituir así una muestra representativa entre la homogeneidad de pensamiento, fundamentos y objetivos de aquellos que acompañan al Presidente de la nación en su gestión cotidiana, aunque de manera paralelamente debe también ser capaz de evidenciar diversidades y hasta divergencias, siempre que estas, antes que dificultar la marcha cotidiana del gobierno, contribuyan por el contrario a su enriquecimiento a partir de la pluralidad y la diferencia.
Hasta el momento la selección de nombres que acompañarán al electo presidente Donald Trump en Estados Unidos es un muestrario que, justamente, carece de la diversidad necesaria para atraer a nuevos sectores, más allá de los votantes originales y que, por ende, consolida la impronta que el candidato supo darle a su campaña. De este nuevo gabinete y junto con el nuevo secretario de Estado, Rex Tillerson, presidente de Exxon Mobil, se destacan los nombres de militares y exmilitares seleccionados para ocupar los más altos cargos en materia de defensa y seguridad, pero también como responsables de la estrategia global de la Casa Blanca.
Encabezando esta lista notable de ´Hombres del Presidente’ probablemente se encuentre el general James Mattis, ‘Perro Loco’ para sus conocidos, y según el nuevo presidente, heredero directo del legendario general George S. Patton. Mattis, de 66 años, es un veterano de las fracasadas campañas de Irak y Afganistán y era respetado por su tropa por convivir con ella, antes que por disfrutar de los beneficios que su grado militar le confería. ‘Perro Loco’ es admirado por su devoción a la milicia y se volvió famoso por la facilidad para acuñar expresiones contrarias a su mortal enemigo: el islam político y militante.
Los “hombres fuertes” del futuro presidente Trump se caracterizan así por sus posturas conservadoras, xenófobas y, sobre todo, guerreristas. A tono con el discurso violento y negador de las diferencias ideológicas, el principal enemigo identificado es el islam, político, pero también religioso y que seguramente será convertido en el principal argumento para reconquistar un poder global que se ha perdido y que debe ser reconquistado bajo la ideología de una “América más fuerte”. Del “Make America Great Again” utilizado como eslogan por Ronald Reagan a esta versión, un poco más edulcora, pero más violenta expresada por Donald Trump, han pasado más de treinta años: el problema sigue siendo el mismo, solo que ahora el mundo es un poco más peligroso que entonces. (I)