Punto de vista
¿Solo el ganador es exitoso?
Considero que la vorágine en la que nos hemos metido atenta contra muchos análisis que deberíamos hacer por obligación antes de emitir un juicio o una opinión. No sé desde qué instante este desorden en el cual vivimos nos alejó de las raíces de infinidad de aspectos que la vida misma tiene y ya no valoramos. El fútbol como parte esencial de las culturas, en algunos casos más o menos apasionadas, fue incluido en ese lote de materialidades donde solo sirve aparentemente ganar. De más está decir que de la forma que sea, atentando contra un principio natural de este juego que es el buen gusto y ser propositivos. Cuando inician las temporadas los mensajes que afloran con más fuerza están ligados a los objetivos de cada uno, dependiendo de muchos factores que van desde la historia y los más contemporáneos que son económicos. La contradicción arranca a la par del primer partido porque con el pitazo inicial también se comienzan a desdibujar discursos muy sólidos emitidos por los expertos y también por los protagonistas que manejan de una manera cauta sus comentarios porque conocen que existe la necesidad externa de encontrar detrás del perdedor una causa o motivo y que de esto se pueda generar una persecución feroz llena de morbo para buscar reemplazantes. Con estos condimentos el recorrido de los partidos indirectamente nos dice que algunas tesituras van cambiando por los resultados y otras, aunque sean sólidas de concepto, se empiezan a perder en las sombras y de las cuales nadie quiere ni discutir.
Esta condición solo nos pone ante el claro ejemplo de que el deseo de triunfar nos hace olvidar planteamientos iniciales y que por ser engendrados en la tranquilidad pueden jactarse de ser genuinos, cosa que durante la competición -en la mayoría de los casos- se pierde por ese empecinado deseo de pensar que solo triunfa el que gana. En una liga, torneo o campeonato de fútbol se enfrentan equipos con realidades y potenciales muy dispares, que pueden deportivamente emparejarse por esfuerzos y características de dichos torneos como pueden ser en Sudamérica, donde vemos planteles muy caros con historia y que no vencen a otros sin tanta calidad e inversión y en muchos casos novatos, situación que no sucede en el Viejo Continente donde observamos disputas aburridas entre algunos pocos que tienen diferencias abismales, salvo excepciones, como la Premier League, en la que las potencias se fajan futbolísticamente con cada participante para sumar.
Las opiniones se hacen verdad aunque no fuere así cuando la notoriedad del protagonista que las argumenta ostenta popularidad por el motivo que sea, y desde ese punto en muchos casos se generan fracasos rotundos ante un público ávido de entretenimiento y de escaso análisis profundo del juego; pero por sobre todo desconociendo y olvidando el alegato de los diferentes protagonistas a inicio de la temporada de los clubes.
La realidad nos puso en este escalón frío de aplaudir al primero y desmerecer al segundo, de acentuar que los demás participantes solo fueron eso y que la razón de pertenecer a este bendito deporte solo recuerda a los vencedores, tesitura que refuto de manera efusiva sustentando que cada grupo trabaja en busca, primero, de cumplir sueños personales y perseguir con otros compañeros los propósitos del entrenador y de la institución, conociendo que la magia del balompié recae en lo impredecible que puede ser y que premia el atrevimiento y la valentía de asumir que también se puede ser exitoso alcanzando otras finalidades y no solo cuando se logra ser un digno campeón. (O)