Los ecuatorianos vivimos, tras casi una década de cambios trascendentes, un nuevo momento político. El sentido de esos cambios, de naturaleza popular y progresista, debe encontrar, en el periodo que se abre, un cauce propicio para continuar marcando el ritmo y el horizonte de las transformaciones que el Ecuador requiere.

Tras las victorias del 19 de febrero y el 2 de abril pasados, el Movimiento Alianza PAIS se consolida como la principal fuerza política a nivel nacional, con un fuerte arraigo en todo el país que trasciende regionalismos y con un sólido respaldo que se expresó en lo que podríamos considerar un voto duro, consolidado, del orden del 30%.

Sin embargo, si bien hemos logrado éxitos indiscutibles, el hecho de haber accedido como movimiento político de manera muy temprana, hace casi 10 años y de manera casi inmediata a su conformación, a la dirección del Estado, con nuestros mejores cuadros, ha representado, también, un desgaste connatural al ejercicio de dicha responsabilidad.

La renovación de nuestro Movimiento es una necesidad imperiosa y es un deseo no solo de la militancia, ni de los simpatizantes de Alianza PAIS, sino que constituye un anhelo que puede palparse en la sociedad en general.

En ese sentido, tenemos el reto, como fuerza política, de recrearnos y renovarnos, abandonar lógicas burocráticas y volver a abrazar nuestra causa desde las bases, con diálogo, organización y compañerismo, para ser, además de la necesaria instancia de mediación -puente de ida y vuelta- entre la sociedad y el gobierno, un espacio vibrante de debate y formación que nos permita asegurar el sentido histórico y la vitalidad del proyecto político.

Somos una nueva generación política que quiere promover un debate social y político que vaya más allá de respuestas inmediatas a la coyuntura, con un mayor sentido autocrítico y una amplitud que no signifique la apertura indiscriminada, que da paso muchas veces al oportunismo, sino que convoque a la confluencia de quienes queremos seguir impulsando banderas irrenunciables como la defensa de lo público, la salud y la educación, la soberanía nacional, es decir, las banderas de justicia social y equidad que nos definen.

La nueva etapa nos plantea el desafío de potenciar y democratizar nuestro espacio político para convertirlo en una fuerza que, mucho más allá de lo electoral, sea el instrumento que permita a las grandes mayorías sociales, al pueblo ecuatoriano, seguir marcando el rumbo del cambio.

Para ello, tenemos que abrir las puertas del Movimiento, renovar las prácticas en los territorios, renovar las ideas y los cuadros. Si queremos volver a enamorar a la sociedad, tenemos que hacerlo con humildad y autocrítica, con entrega y con mucha pasión. Y tenemos que volver a impulsar un sentido colectivo de la construcción, recuperar los lazos que se han perdido en el camino y construir otros nuevos y abrirnos nuevamente a los jóvenes y a las organizaciones sociales.

Tras la enorme responsabilidad con la que me ha honrado el Movimiento Alianza PAIS en su VI Convención, convoco a toda la militancia a la gran tarea de ser protagonistas de esta renovación. Vamos desde ahora a construir nuevas victorias, con lealtad, unidad y organización, cuidando el legado de Rafael Correa y comprometiéndonos a sostener e impulsar el gobierno de Lenín Moreno, con todo nuestro tejido organizativo y social, renovando, de este modo, un proyecto de país para todas y todos. (O)