Políticas para los ancianos
En Ecuador hay 1’021.00 adultos mayores y se prevé que para 2030 esa cifra crezca y llegue a los 2’000.000, es decir, el equivalente a la población de Quito.
Pero el envejecimiento poblacional todavía es un desafío a vencer para Ecuador, pues solo se ha venido priorizando el tema curativo en salud.
Existen ideas, proyectos que no cuajan por la resistencia a someterse a la técnica actuarial, por la politización marcada de sus instituciones que supuestamente hacen seguridad social y porque el adulto mayor no es políticamente rentable. Se nos considera una carga muy pesada para el Estado por el financiamiento de pensiones y la atención de las enfermedades crónico degenerativas y catastróficas. Estas le cuestan un ojo de la cara a cualquier Gobierno. Pero, en mi opinión, debe crearse un fondo por separado para atender y financiar esta clase de enfermedades terminales que afectan a las personas mayores de 65 años.
Pero, ¿cuáles son los cambios poblacionales que se prevén en Ecuador al 2025? La población de 65 y más años se incrementará del 6% al 9,3 por ciento.
Es decir, que los cambios poblacionales previstos para Ecuador hacia ese año apuntan a un progresivo aumento de la población de ancianos.
Esa situación obliga al Gobierno a planificar el desarrollo teniendo muy en cuenta esos desafíos.
Estos aspectos van desde la sostenibilidad del sistema de Seguridad Social hasta la cobertura de educación básica, media y superior, para responder a las necesidades de una población en crecimiento para una población para el 2025 de 17.1 millones de habitantes, según las proyecciones del INEC.
Pero, además, esto obliga a enfrentar el tema técnico jurídico bajo el liderazgo del presidente Lenín Moreno y de José Serrano, titular de la Asamblea. Necesitamos proyectos integrales que hasta ahora no se ven. Lo que existen son propuesta aisladas de la sociedad civil, es decir de sectores de trabajadores y jubilados sin el suficiente estudio de la realidad socioeconómica del país. Tampoco contemplan la informalidad del trabajador autónomo, especialmente porque el correísmo no tuvo claro la decantada universalidad de la Seguridad Social en materia de salud, que no caminó por problemas de visión, de financiamiento y de rectoría del sistema de esa institución, así como por la ausencia de políticas para la población.
Un ejemplo de la situación de los ancianos olvidados y sin familias en el país es el asilo San Vicente de Paúl, en Atuntaqui, provincia de Imbabura.
Es deprimente, tiene oficinas desmanteladas, personal desmotivado y está administrado por allegados a políticos. Los aportes para ellos llegan del Ministerio de Inclusión Económica y Social, del sector textilero y de voluntarios. (O)