Punto de vista
"Nos hemos dedicado a trabajar con los jóvenes; ahora tenemos otros retos"
Nuestra organización atendió el año pasado a más de 2.500 personas que acudieron por los servicios médicos, psicológicos, jurídicos, diagnóstico de VHI/sida y otras enfermedades de transmisión sexual. Tenemos actividades para que se integren y empoderen de sus derechos.
A la Fundación Ecuatoriana Equidad acude un 80% de gays, un 12% de lesbianas y el porcentaje restante son personas transexuales.
Cada persona que llega a nuestra organización tiene un registro georreferencial. La mayor cantidad de usuarios corresponde a jóvenes, hombres, de clase media y baja.
Hay gente de la tercera edad, pero su frecuencia es corta; no son usuarios frecuentes de los servicios. De las 2.500 personas atendidas el año pasado, posiblemente unas 30 son adultos mayores.
Ellos demandan más el servicio médico y exámenes de control. A nivel de detalle de la tercera edad no hemos realizado un análisis sino una descripción de todos los que vienen.
Los casos de consulta de este grupo están relacionados a la atención en psicología por depresión, por necesidades insatisfechas básicas, educativas, sociales, culturales o económicas.
En nuestra organización buscamos que mejoren su autoestima, el empoderamiento de su derechos y eliminar las depresiones.
En la comunidad LGBTI no se ha trabajado nada para las personas de la tercera edad y por ello son totalmente vulnerables y estigmatizadas por la sociedad y, lamentablemente, por nuestra misma comunidad.
Nosotros seguimos de manera permanente las redes sociales y hay mensajes que causan tristeza al ver cómo personas del colectivo rechazan a los adultos mayores y, no solo eso, además los humillan. La vejez es un proceso natural, todos vamos hacia allá y no podemos criticar el estado etario de una persona.
El imaginario que ha creado la sociedad sobre el hombre gay es muy distorsionado en nuestro país. Se piensa que es un hombre y no mujer, es joven, blanco, educado, guapo, exitoso económicamente. Por ello, cuando se aleja de estos parámetros son más vulnerables.
Tenemos que entender que hay niños LGBTI, adultos mayores y entonces debemos abrir el abanico.
Las personas con más de 50 años vivieron en un Ecuador en el que ser homosexual era un delito y, por tanto, sufrieron una fuerte represión por no poder compartir con nadie y vivir en relaciones clandestinas.
Posiblemente estas personas no entienden que la situación ha cambiado, por lo menos en términos formales, aunque en lo real persiste la homofobia, la discriminación, el rechazo.
Al envejecer, la persona LGBTI ya no es codiciada y empieza a ser excluida. La gente de la tercera edad no va a las discotecas, a los lugares de encuentro. No le impiden entrar, pero va a estar solo y a recibir miradas de censura. Eso es triste. Igual, no sabemos cuántos cuentan con el apoyo familiar; en la vejez, todos nos apalancamos en la familia, en los hijos, pero no se les puede obligar a que nos quieran y cuiden.
Los LGBTI, por lo general, no tienen hijos y no pueden apalancarse en la familia. Quien tenga plata podrá pagarse los cuidados, y el que no, estará pasando momentos muy difíciles.
Quienes han dirigido a Ecuador, no solo en este régimen sino en anteriores, han asumido políticas inmediatistas, sin proyección. Para los LGBTI el panorama es triste en la tercera edad; igual siguen teniendo una vida sexual activa, pero no existen programas de prevención y por eso son infectados con sida y otras enfermedades. La sexualidad es un derecho y así lo debemos entender hasta el último día de nuestra vida.
A un adulto mayor LGBTI lo que le queda es la mendicidad o vivir arrimado como el pariente feo de la familia. Existe falta de solidaridad, debemos respetar a los adultos mayores, como se hacía antes.
Con el desarrollo tecnológico nos hemos vuelto más egoístas. Cada cual vive su mundo. Debe darse una legislación que proteja a los adultos mayores que han aportado tanto durante su vida para tener un mejor país.
El desafío es para todos; insisto, nos hemos dedicado más a los jóvenes. Debemos trabajar y dialogar para lograr propuestas concretas y que todos asumamos la responsabilidad. (O)