En la década del 70 apareció la valiosa presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas del Ecuador. Y en el 80 en la Policía Nacional, lo que rompió con el mito de que estas instituciones eran exclusivas para el género masculino.

Estas mujeres pioneras tuvieron una vida nada sencilla, porque su inclusión en filas militares y policiales fue motivo de comentarios y esto se tomó aún como una rareza en una época donde los derechos femeninos no tenían respaldo y a ellas se las ubicaba solo en su rol tradicional de madre, esposa y su profesión no era otra, generalmente, que la de ama de casa.

Tuvieron que enfrentar situaciones  especiales porque en la visión de las instituciones armadas no tenían un rol asignado y, posteriormente, no estaban los subalternos preparados para aceptar una orden impartida por una mujer.

Con todos estos obstáculos no se amilanó; por el contrario se fortaleció en su valor y deseo de servir a la patria desde sus puestos y esto se complementó cuando otras damas postularon para ingresar en la Policía y las FF.AA.

En 1977 la Marina de Ecuador rompió un poco los esquemas e hizo un primer e histórico llamado a mujeres que desearan alistarse en la institución. La respuesta fue positiva porque por primera ocasión ellas podían aspirar a un cargo de oficiales, y así dejar a un lado este privilegio que solo era para varones.

El ejemplo lo siguió la Policía Nacional en 1983, que también les dio la oportunidad a las féminas de ser parte de sus filas. Hoy cuenta con 6.000 mujeres en sus distintas unidades y grupos de élite.

Ellas pasaron con éxito las etapas, formativas, luego de mando y escalaron con entereza por los distintos grados. Llegaron con prudencia y valor a ocupar el mando de destacamentos, dependencias y sus palas cambiaron en medio de aplausos y de voces de aliento, entre las que portan uniformes oficiales.

Generales, capitanes de navío, coroneles y otros grados tuvieron a exitosas damas que jamás perdieron su ternura, carisma y atributos femeninos y se hicieron respetar y valorar imponiendo sin temor ni favor sus firmes decisiones en sus labores cotidianas.  

Hoy, 8 de marzo, estas mujeres honran sus uniformes y cumplen a cabalidad sus funciones. ¡A ellas nuestro homenaje! (I)