Pararse todos los días frente a un grupo de personas para manifestar las ideas que se quieren llevar a cabo a corto plazo, como lo es el próximo partido, o simplemente detallar los conceptos que se manejarán en el entrenamiento del día, requiere no solo capacidad y muchos conocimientos sino también un altísimo grado de convicción en cada palabra y conocer los caminos para desarrollarlos.

El jugador, con el paso del tiempo, se mecaniza de tal manera que asimila las responsabilidades de la profesión y su entorno, pero en su interior sabe que también debe disfrutar de lo que hace, porque en realidad todo comenzó como un placer que se fue transformando en un trabajo, situación que no es tan así en la juventud porque los anhelos que se persiguen están relacionados en otros matices. Al subrayar estas características de los futbolistas intenté exponer las dos caras de un deporte que plantea en demasía al protagonista como héroe o villano sin contemplar cuidados cuando estos son salpicados por rachas negativas como también pueden confundirlos y flotar en el Olimpo de los dioses sin percatarse de que ambos polos son malas sensaciones. El entrenador, en todo caso, debe contener muchos sentimientos encontrados porque es el mentor, el autor intelectual de un mecanismo determinado, pero depende siempre de los imponderables del juego y del nivel de entendimiento y ejecución de sus pupilos, combinación que no siempre es esperada con la paciencia necesaria. Pero revisando no solo los aspectos obtenidos del resultado en sí, como la asimilación del trabajo ya sea en objetivos cumplidos como también de lo conseguido en resultados, el director técnico precisa un motivo especial para que cada día su verbo penetre en el pensamiento del grupo, para que al observar reciprocidad pueda arribar a ese grado tan necesario de creencia y comodidad que todos necesitamos para seguir adelante en cada proyecto. No son muchos los entrenadores que permanecen varias temporadas en los mismos clubes, y es allí donde deseo comparecer para intentar comprender qué herramientas utilizan estos ya expertos motivadores para primero autoconvencerse y luego dar el giro de timón que un plantel necesita perennemente de su guía. Cambiar de planteamientos, innovar conceptos ya adquiridos y nunca temer a intentar algo nuevo con seguridad son los condimentos a los que recurren estos apasionados, que cada mañana inician el día con motivos apoyados en certidumbres y que ostentan la valentía de pararse detrás de la línea de cal en cada compromiso, sabiendo que son observados con una lupa muy profunda y contundente por los de afuera, pero mucho más por los de adentro. (O)