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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Punto de vista

Mauricio sigue siendo Macri

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“Mauricio es Macri” decía una pintada en 2007 cuando el actual presidente era candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Esta aclaración buscaba poner de relieve un apellido con una historia vinculada a los grupos económicos que se beneficiaron durante la última dictadura cívico-militar. En ese sentido, el grupo SOCMA (Sociedades Macri) presidida por Franco Macri en 1973 disponía de siete empresas; 10 años después la cantidad había aumentado a 46. Esa misma empresa SOCMA se benefició con el plan privatizador de la década menemista, especialmente en el rubro de la obra pública. Saquen sus conclusiones.

Esta es historia es bien conocida, por eso vale la pena preguntarse a diez meses de su asunción ¿Qué expresa hoy Mauricio Macri? Una respuesta fácil nos llevaría a decir que Macri representa los intereses de los grupos concentrados del poder económico, y es cierto, pero no es solo eso.

El presidente argentino decidió conformar un gobierno de empresarios, uno de cada tres miembros del gabinete provienen de multinacionales y bancos. Esto demuestra dos aspectos esenciales de su gobierno. Por un lado que Macri desprecia la política, por eso concentra el ejercicio de la política en algunas personas. Por ejemplo, la negociación con los bloques opositores recaen en el Presidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó, el presidente del bloque de diputados Nicolás Massot y el Presidente provisional del Senado Federico Pinedo; con los gobernadores opositores e intendentes el Ministro del Interior Rogelio Frigerio y finalmente con las  organizaciones sindicales, el Ministro de Trabajo Jorge Triaca. Todos ellos siempre supervisados por el Jefe de Gabinete Marcos Peña, quien se encarga de todo el armado comunicacional. Macri delega en este grupo toda la creación de la ingeniería para garantizar los acuerdos políticos con el peronismo moderado y el sindicalismo, hoy, pilares necesarios para la gobernabilidad.

¿El mejor equipo en 50 años?

Así definió el presidente a su equipo de gobierno durante la campaña electoral. Si bien, este calificativo para el gabinete en general, podemos suponer que fue dirigido especialmente para su equipo económico, allí conviven las expresiones del poder real, los verdaderos dueños de la torta. Ahora bien, esto no está exento de conflictos internos entre quienes pretenden aún un ajuste más brutal que el aplicado y los que dicen que el actual ajuste corresponde a un gradualismo. Lo cierto es que las diferencias en el equipo económico corresponden a las internas de la clase dominante argentina.

En el análisis de la crisis del 2001, el economista Eduardo Basualdo caracterizó esa disputa de poder como la puja entre dolarizadores y devaluadores. En el primer grupo se encontraban las empresas trasnacionales y el sistema financiero internacional que proponían dolarizar la economía, mientras que en el segundo estaban los grupos económicos locales que buscaban una mega-devaluación de la moneda que permitiera una transferencia fenomenal de ingresos de los asalariados a los sectores productivos. Este último grupo se impuso durante la transición de Eduardo Duahlde en 2002 y convivieron con el gobierno de Néstor Kirchner hasta que el entonces presidente puso en agenda la discusión de la renta extraordinaria de la soja en el 2008 con la recordada Ley 125. Durante muchos años, el bloque dominante argentino intento construir niveles de unidad con el objetivo de condicionar al gobierno e interrumpir el mandato democrático de Cristina Kirchner.

Con la victoria de Macri lograron  ubicar a uno de los suyos en el gobierno, y así lo se los hace saber el propio presidente cada vez que organiza un acto de gobierno. De todas formas, esto no pudo frenar la grieta en sus propias filas.

Macri le dio un pedazo de la economía a cada uno de los representantes de bancos extranjeros, empresas multinacionales y grupos económicos locales sin ningún resultado positivo y un desorden que algunos analistas consideraron como la balcanización del Ministerio de Economía. No obstante, los negocios para algunos han salido redondos, ya que, las políticas económicas de estos meses generaron tres rentas extraordinarios: dos ya existentes, como la agraria y la financiera, y una nueva, la renta gasífera gracias a la fenomenal trasferencia de recursos generada por el aumento de tarifas.

De todas formas, más rápido o más lento, el plan es el mismo. Quita de subsidios a los servicios y tarifas a precio dólar (entre un 400 y un 500 por ciento más), endeudamiento externo, reducir el déficit fiscal, desregulación del mercado cambiario, fuga de capitales, apertura de importaciones, centenares de miles de despidos y suspendidos, reducción del consumo, pérdida del 15 por ciento del poder adquisitivo del salario y una vuelta a la subordinación de organismos internacionales del FMI. El manual básico de cualquier modelo neoliberal.

Volver al mundo

Esta debe haber sido la frase más escuchada por todos los funcionarios durante estos diez meses. Lo cierto es que la vuelta al mundo tan pregonada es la vuelta al amorío con Estados Unidos y el bloque occidental que hasta ahora no ha generado ningún resultado a pesar de las reiteradas reuniones de Macri con Obama (dos veces), con Matteo Renzi (tres), con Francois Hollande y una con la alemana Angela Merkel.

En estos meses, Argentina cumplió con las recetas de las grandes potencias,  se alejó del Mercosur, condenó a Venezuela por violación a los Derechos Humanos, ninguneó a Unasur y Celac, puso al país como miembro observador de la Alianza del Pacífico para sumarse de lleno a la estrategia geopolítica de Estados Unidos expresada en mega acuerdos comerciales como el Tratado Trans Pacífico (TTP) e insiste en firmar un acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea cuyos beneficios se desconocen y que la propia Unión Europea mira con escepticismo.

Macri es amigo de los mercados pero los mercados parecen no corresponderle demasiado. Su sola  presencia no alcanzó para la llegada de inversiones a pesar de las gestualidades con los gobiernos de las potencias centrales y el mundo empresarial anglosajón.

El mundo al que volvimos no entiende de soberanía por eso parece que da igual poner Malvinas como moneda de cambio de las inversiones que nunca llegaron. Tampoco valora logros  históricos en términos diplomáticos como el alcanzado por el país en la ONU sobre reestructuración de deuda soberana durante la gestión de Cristina Kirchner. Valió apenas unos días de sesión en el Parlamento para que le paguemos a los buitres lo que pretendían y más.

Macri hace chistes, desconoce los asuntos internacionales, utiliza metáforas futboleras para salir del paso, responde con evasivas y lugares comunes. Ganó la elección hablando de un futuro que nunca explicó. Mientras el Frente para la Victoria pensó en que lo hecho durante 12 años alcanzaría para revalidarse en las urnas, el macrismo logró su objetivo diciéndoles a los argentinos que “podíamos vivir mejor”, que alcanzaríamos la Pobreza Cero, encararíamos una lucha contra el narcotráfico y que había que unir a los argentinos.

Sin embargo, diez meses después nos dimos cuenta que en realidad “vivíamos demasiado bien” por  “las mentiras del populismo”,  que al narcotráfico lo combatimos bajo los consejos de la Casa Blanca, el FBI y la DEA y la Pobreza Cero finalmente es un objetivo inalcanzable. Todo esto en palabras de los funcionarios.

Argentina vive una realidad detrás de los globos de colores, y el macrismo deberá afrontarla ante una creciente conflictividad social que se expresa con movilizaciones en las calles a través de Movimientos Sociales, Centrales Obreras y trabajadores desocupados. La única resistencia real al modelo de Macri es esa combinación nunca vista hasta la hoy, entre Movimientos Sociales, sindicalismo, centrales de trabajadores de la economía popular, desocupados y partidos políticos.

Volvamos a la pregunta inicial. ¿Qué expresa hoy Mauricio Macri? Un partido de centro derecha que se asume como tal, que opera sobre una falsa premisa de desideolgización de la sociedad, que propone un modelo de integración en el mundo que atrasa 30 años y discute temas resueltos desde el siglo pasado como el derecho a huelga.

Macri y su partido, expresan un sentido común peligroso que naturaliza la tenencia de cuentas off shore y la evasión impositiva, que desconoce casi de manera perversa el número de desaparecidos de la última dictadura, que ofrece el punitivismo y el auto gobierno de las fuerzas de seguridad como solución para la seguridad y acusa los trabajadores de poner palos en la rueda cuando defienden sus derechos sin cuestionar la ganancia de las empresas.

Macri no cambió nada de lo malo del kirchnerismo, al contrario, aumentó la desocupación de 5,9 a 9.3, incrementó la pobreza a 32 por ciento, aumentó el déficit fiscal, generó una caída del 3 por ciento del PBI y endeudó al Estado en casi 50 mil millones de dólares. También, el salario en dólares paso de ser el segundo más alto de Latinoamérica a caer al séptimo puesto. La lista podría seguir si enumeramos que Milagros Sala está presa sin causa o que la histórica Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ha sido modificada por decreto para darle fuerza a la regulación del mercado.

Las elecciones legislativas del año próximo son fundamentales y el gobierno tiene un dilema. Profundizar el ajuste y bajar los costos salariales respondiendo a la demanda empresarial pero arriesgando un resultado electoral adverso o acudir al tan cuestionado “populismo económico” para cambiar el clima de desaliento de muchos sectores sociales que votaron el “cambio” de manera genuina.

Certezas de los meses transcurridos e incertidumbre para lo que viene. En definitiva, en estos diez meses lo que queda bien claro es que Mauricio sigue siendo Macri. (O)

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