El presidente Lenín Moreno ascendió al poder como endoso de una intensa campaña de las postrimerías del gobierno de 10 años de Rafael Correa. Su antecesor fue el principal actor electoral y referente de los planes y discursos de campaña. Correa tuvo  que decantarse por el pragmatismo de pensar en un triunfo electoral con Lenín Moreno antes que por heredar el poder a quien le resultaba un fiel continuista, Jorge Glas.

Volcó el aparataje estatal a la campaña. El resultado en la segunda vuelta fue polémico debido a un “apagón electoral”.Los datos finales dieron como vencedor a Lenín Moreno frente a Guillermo Lasso.

Precisamente, aquel cúmulo de inquietudes sobre el triunfo democrático del nuevo Presidente  generó su posición más próxima a ideales democráticos. Era el momento en el cual Moreno encontraba una primera y trascendental ocasión para zafarse del peso y sombra de su antecesor.  

La situación jurídica de quien había sido su binomio y su entonces vicepresidente terminaría siendo el punto de ruptura entre el correísmo y un régimen de reformas que desde el principio solo ha apuntado a ser un gobierno de transición. Sumado al proceso  penal en marcha de Glas, el Presidente emprendió el reto de una consulta popular para desmontar de manera más rápida parte de los blindajes constitucionales e institucionales,  que le dejó Correa, y que se tornaba imprescindible para sostenerse en el poder.

La política se asocia a la economía y este factor no dejó de ser un problema con el que el Gobierno ha tenido que lidiar, especialmente por el poco margen de disponibilidad de la deuda pública, como mecanismo de financiamiento, con el que asumió la presidencia. Con menores ingresos por la venta de petróleo y con la disminución de la recaudación tributaria (medida cuestionada por la aplicación del mecanismo de amnistía tributaria, que también usó el expresidente Correa) el Gobierno se vio obligado a hacer  paulatinamente recortes en el gasto, en especial a los egresos tanto en el servicio público como en los subsidios de los combustibles. Esto último desencadenó unas intensas jornadas de protestas en octubre de 2019 que comenzaron auspiciadas por los transportistas, pero que luego fueron secundadas por sectores de la dirigencia indígena, en particular de la Conaie y del correísmo. Luego el Presidente dejó sin efecto la eliminación de los subsidios a los combustibles, pero también hizo notar que había un cambio en la gestión de las crisis porque sin la postura de apertura al diálogo que había propugnado desde el inicio de su Gobierno no habría sido posible llegar a un acuerdo. (O)