La demografía histórica es una disciplina que estudia los cambios en la estructura de la población a través del tiempo. Para ello, se observan los ciclos, significativos procesos que modifican los rasgos de cada formación social.

Uno de los conceptos que se maneja en la demografía histórica es la “transición demográfica”; es decir, la transformación de una sociedad tradicional con altas tasas de natalidad y mortalidad, a un equilibrio basado en una baja mortalidad y natalidad, lo cual, en el caso de América Latina, cumple con cuatro de las cinco fases que han sido identificadas por los historiadores-demógrafos:

1. La primera fase, cuando en el siglo XVIII baja la mortalidad catastrófica de los periodos de la Conquista y colonización inicial (siglos anteriores).

2. La segunda fase se inicia en el siglo XIX y se caracteriza por una reducción de las tasas de mortalidad, gracias a un mayor nivel de sanidad, higiene y control de las epidemias.

3. La tercera fase se produce entre 1930 y 1965, cuando sigue disminuyendo sostenidamente la tasa de mortalidad y empieza a bajar la fecundidad.

4. La cuarta fase es la que hoy vivimos, con algunos países latinoamericanos que han logrado un equilibro con la esperanza de vida ubicada en índices altos.

Es importante señalar que solo a raíz de la Gran Depresión de la década del 30, las tasas en América Latina se nivelan, incrementándose el crecimiento demográfico con un índice máximo de 2.8%, alcanzado hacia 1960-1965. 

La experiencia de arribo a un régimen de transición demográfica caracterizado “por un crecimiento interno vertiginoso y por un cambio drástico de comportamientos demográficos”, según la observación del historiador español Nicolás Sánchez Albornoz, se patentizó a finales de la Segunda Guerra Mundial. Los movimientos de la población experimentan una lógica interna caracterizada por el abandono del campo y la sobrepoblación de las ciudades, en medio de elevadas posibilidades de vida, junto con el avance de los descubrimientos de la ciencia y la exitosa transmisión de nuevas conductas reproductoras. No en vano, la población latinoamericana se cuadruplicó en el lapso de sesenta años, entre 1940-2000. (O)