La energía solar almacenada en forma de biomasa, por medio del proceso de fotosíntesis es la primera fuente de energía en el planeta. Los seres humanos consumen en promedio diez veces más energía que un mamífero del mismo peso, porque a más de consumirla para su crecimiento y reproducción, la requiere para actividades extra metabólicas como cocinar alimentos, construir edificaciones, avances en medicina, etc.

Con el paso del tiempo y el desarrollo tecnológico la demanda energética crece, en consecuencia, nuevas fuentes han tomado protagonismo. Sin embargo, existe una gran inequidad en su consumo a nivel mundial, se destina el 45% de la energía global al 10% de la población (Vaclav Smil, 2010). En la actualidad el petróleo es la fuente más utilizada debido a sus ventajas de almacenamiento y alto contenido energético, su uso aceleró el desarrollo industrial, tecnológico y económico. Los países con mayor consumo de energía per cápita tienen una menor tasa de mortalidad infantil, mayor esperanza de vida, menor tasa de desnutrición y mayor tasa de desarrollo humano.

Investigadores del cambio climático han recolectado datos tomados de burbujas de aire atrapadas en glaciares, obteniendo información sobre el clima en el pasado e identificando una alteración que coincidiría con el inicio de la Revolución Industrial. Aproximadamente desde el año 1800 se tiene un incremento de la concentración de gases de efecto invernadero (CO2 y metano) en la atmósfera, con mayor notoriedad en el hemisferio norte del planeta, lo que coincide con la ubicación de los países con sociedades industrializadas, evidenciando que la actividad humana ha tenido un impacto global y como consecuencia de ello, la comunidad científica considera que vivimos una nueva época geológica llamada Antropoceno, que sustituye a la actual (Holoceno).

Para establecer el inicio de una nueva época geológica se requiere evidenciar eventos provocados por el humano, visibles en el registro sedimentario mundial, como la detonación de la primera bomba nuclear en 1945 cuyos efectos son notorios por la presencia de elementos radiactivos (cesio y plutonio).

Más allá de los criterios de cambio de época geológica, debemos considerar que nuestras actividades tienen un alto impacto en el ambiente por lo que mantener un equilibrio entre economía, energía y entorno es imprescindible (el progreso económico aumenta el consumo de energía y la emisión de gases contaminantes). Para impulsar el desarrollo sostenible, es necesario fomentar la investigación científica, con el fin de fortalecer estrategias en materia de eficiencia y uso de energía limpia. (O)