La política después de Alfaro
¿Qué cambió en la política ecuatoriana con la llegada de Eloy Alfaro Delgado al escenario público?, es la pregunta que me hice en una conferencia que pronuncié, en días pasados, invitado por el Centro Cívico Ciudad Alfaro, a propósito de otro aniversario del asesinato del ‘Águila Roja’ y sus compañeros de lucha, un día como ayer, 28 de enero.
Fundamentalmente, la concreción del proyecto de Estado laico emprendido por los liberales radicales en el poder, el cual fue verdaderamente revolucionario porque socavó las viejas estructuras del Estado clerical-terrateniente, cuyo poder simbólico se sostenía en la fe católica de la mayoría de los ecuatorianos. Con determinación y astucia, Alfaro y su sucesor, Plaza, lograron la separación de la Iglesia y el Estado, decretaron la Ley de Manos Muertas (1908) -que ordenaba que las tierras ociosas del clero pasaran a las instituciones de beneficencia-, así como la expedición de la Ley de Registro Civil, Ley de Divorcio, Ley de Matrimonio Civil, Ley de Cultos, Ley de Beneficencia, entre otras.
Pero el caballo de batalla y principal legado histórico de la Revolución Liberal fue el establecimiento de la educación laica. Alfaro logró que el Estado le arrebate el control de la educación al clero, que le había sido privativo desde la época colonial. A partir de entonces, la educación básica se declaró “obligatoria y gratuita” en el nivel básico, bajo responsabilidad del Estado y con programas estructurados en principios laicos, alejados de cualquier matiz confesional.
Varios son los motivos por los cuales el periodo de la historia política ecuatoriana comprendido entre 1895 y 1912 ha sido reconocido por la mayoría de los historiadores como de transición del Estado oligárquico terrateniente al Estado burgués. La implantación del laicismo, la separación de la Iglesia y el Estado, la defensa de las libertades públicas, el reconocimiento de nuevas garantías constitucionales como la abolición de la pena de muerte, la extensión de los derechos políticos, el apoyo a la organización popular, son hechos y medidas tangibles que explican por qué el liberalismo radical fue una línea de pensamiento y acción esencialmente revolucionaria. (O)