Punto de vista
La pelea de la nobleza en el truco de don Juan Huerta en el Jambato del año 1814
El consuelo que nos queda a los mestizos es que todos provenimos de un abuelo noble, español de pura sangre, aunque haya sido al principio, antes de “hacer América”: pobrete, analfabeto, genocida, usurero, malandro o sedicioso, facineroso, cara-calzón, puesto que las cosas siempre han ido cambiando con el tiempo. Por parte de nuestras abuelas es muy probable que hayan sido mitayas, concubinas, negras, zambas, mulatas, bembonas; indias puras o “verdugas”, cholas, bolsiconas, marías, de anaco, de ‘centro’ y debajero, alevosas, mindalas, de chalina, cholas pispitillas, carishinas, entalladas, placeras, paridoras que han tenido hijos: ‘roscas’, rocotos, igualados, chagras, pata-al-suelo, paisanos, parroquianos, creídos, chalecos, emponchados, verdesiquis, pobretes, huaira-apamushcas, etc.
La colonia acarreó a los ‘gaznápiros’ que se quedaban embobados ante cualquier cosa. A los ‘mamacallos’ que más que aludir a ‘mamar’ o comer callos, enrostraban los gustos de ciertos españoles por ‘engullirse’ a mujeres muy feas. Ellos mismos nos trajeron acepciones y fijaciones de ‘morlacos’ a los astutos que fingen de tontos o ignorantes, cuando son más ‘aviones’ que el interlocutor. Cada época tiene sus propios insultos. El lenguaje vejatorio para descalificar a un “adversario” busca alusiones sexuales, políticas, racistas, religiosas, militares, ocupacionales, económicas, de defectos físicos o minusvalías para herir el amor propio. Los negros trataban a los blancos de ‘cagaleches’ en la alta colonia, en tanto que solo decir la palabra ‘zambo’ o ‘zambillo’ como en el documento al que nos vamos a referir, generó trámite legal con lo que se llamaba querella por ofensa a la dignidad racial reforzada con los pujos de la nobleza hueca.
La ‘dignidad’ residía en el ejercicio de genealogía que saltaba en respuesta a las ofensas de plaza o proferidas por ligereza en la calle. Frente a estas reacciones de los ‘blancos’, los mestizos no podían respaldarse en las comprobaciones ‘de legítimo matrimonio’ porque eran hijos de encuentros furtivos calificados como ‘naturales’. Por eso hay que decir que las genealogías y sus estudiosos tradicionales siempre han dado pautas para buscar ‘purezas’ que en América resulta otra forma discriminatoria de mantener vigente ese insulto subyacente que tiene el que cree en linajes y descarta las bastardías. “Señor Corregidor y Comandante de este destacamento: El subteniente de milicias mayor Ramón Layño y Gómez de Molina vecino de esta villa (Hambato) previas las solemnidades y las del derecho, ante Vuestra Merced Parezco y digo: que la noche del 31 pasado de mayo pasé al truco de don Juan Huerta por un efecto de pura diversión o pasatiempo.
Y me mantuve en él hasta las siete de la noche en que procuré retirarme; y al salir me encontré con don Miguel Mora, quien con repetidas instancias me quiso persuadir a que fuese a jugar dados.
Resistí al principio con la mayor prudencia hasta que viendo la necedad del citado don Miguel le dije que no quería, lo que dio margen a que me insultase. Hice poco aprecio de sus insustanciales voces por conocer lo que le invitaba a semejante injusticia y porque lo que a unos muchos ha dimanado orgullo, a mí me obliga a callar Ud. Ud. Ud. Don Juan Huerta y otros sujetos que se hallaron presentes procuraron mediar, lo que verificado por mi parte, me retiré a mi tienda en donde incitaron por mis hijos, lo que me obligó a salir a la pulpería de Leonarda Moya que está inmediata a mi tienda, y no habiéndolo encontrado me volví a mi tienda, a cuyo tiempo me salió al encuentro el citado don Miguel con voz balbuciente que apenas lo conocí desafiándome a pelear e insultándome con el vil tratamiento de zambo, zambillo, a lo cual le contesté lo debido.
Don Juan Huerta y su familia que oyeron los… (insultos) página mutilada… Don Miguel salieron a la calle y cogiéndolo… a poco lo fueron a dejar a la del citado… sin que cesare la injuria al paso que en irrisorias, es digno del más severo castigo. Querellándome como me querello civil y criminalmente con pleno conocimiento de que el citado Don Miguel si hubiese conocido hasta mi décimo abuelo… no se habría atrevido a semejante insulto propio en quien pierde la razón, pues mis abuelos fueron muy conocidos por nobles y …declarados por tales; pues así los llamaron y se llamaban en asuntos judiciales y extrajudiciales. (O)