La práctica de esta actividad se  puede determinar como la más completa y beneficiosa para el ser humano en general, donde  el instrumento y material que usamos constituye nuestro propio cuerpo,  y  por su infinidad de bondades tanto en el aspecto físico, psicológico, emotivo y de conexión íntima con el desarrollo y conocimiento cultural.

Su práctica disminuye las tensiones, brinda seguridad y confianza personal...Si nos remontamos a la historia los rituales de los guerreros y adoración a los dioses, en el caso de nuestros países latinoamericanos, constaban de danzas especiales acompañadas de ritmos que servían de enlace íntimo con las deidades; por ejemplo el sonido del tambor representa el latido del corazón, y el pisar descalzos una comunicación directa con la tierra y el interior del ser. La naturaleza en sí misma se trasformaba en un lenguaje de imitación, que aportaba a nuevas expresiones del cuerpo. (Por ejemplo el correr del agua, el observar aves, el sonido del viento).

Con el aparecimiento del ballet clásico y contemporáneo más adelante ya la danza se construye como una disciplina que implica además de condición física, una tarea del pensamiento. Actualmente y en nuestro país  se maneja el concepto de imagen, por lo que se crean nuevos espacios para estas actividades, como bailoterapias y ejercicios grupales;  pero si tomamos en cuenta los beneficios que nos brinda la danza, sus alcances sobrepasan estos conceptos exteriores.

Para los adultos mayores la danza es una terapia integral que reconforta la parte física y mejora la salud del cuerpo; implica elasticidad, postura y fuerza; a la vez da coordinación, ritmo, resistencia para ejecutar las series de ejercicios que se establecen. Emocionalmente ayuda a la socialización, libera de tensiones, disminuye el riesgo de depresión, mejora la sensibilidad y brinda seguridad y confianza individual.