Opinión
La conducta narcisista
No necesariamente se tiene que perseguir en las redes sociales a niños o adolescentes por sus comentarios o memes en contra de alguien. Esa podría ser la respuesta de una persona que ha tenido alguna autoridad y no quiere que le cuestionen. Suele pasar con gente importante de empresas e incluso políticos. ¿Eso es normal? Más allá de eso, estas personas quieren recordar quiénes son o los cargos que han tenido.
Sin embargo, la personalidad de esos individuos no se puede construir solo por este rasgo porque se necesitan varios criterios diagnósticos para ello. Pero se advierte que alguien así necesita tener todo en orden, mostrar su poder, su autoridad en todo, y que no hay otra persona como él, y envía un mensaje: ¡cómo se atreven a faltarme el respeto! A esa persona nadie puede decirle nada y todo gira alrededor de ella.
Se muestra inflexible y se siente el centro del mundo. Es como si hiciera un favor al trasmitir sus mensajes. Eso es degenerativo.
Hay muchos ejemplos de esta realidad con personajes públicos e incluso se los retrata en series de TV. Cuando alguien ejerce el poder y a eso se suma su personalidad se evidencia un rasgo de trastorno narcisista.
La persona narcisista considera que todo pasa a través de él y que cualquier opinión en su contra es errada. Si esa persona, meticulosamente, pelea con cada individuo que comenta, estamos hablando de un deterioro más fuerte de su personalidad.
Pero, en este caso, si tiene mucho poder, sale de su rol y empieza a observar lo que dice cada persona. Es como si alguien fuera por la calle y peleara con todo aquel que le mirara mal.
Si es un personaje conocido y se encuentra en espacios públicos manejará de cierta forma las imágenes. Eso sucede, por ejemplo, con los personajes de farándula, cuyas imágenes son preelaboradas y tienen un objetivo con respecto a la masa.
Con esos parámetros no puede determinarse su personalidad o si requiere ayuda o una consulta médica para catalogar si tiene un problema de comportamiento porque se pelea con todo el mundo.
Esto puede responder al entorno familiar o al estar mucho tiempo en un cargo jerárquico, o a problemas personales no resueltos.
Eso pasa con gerentes, jueces, políticos; muchas de sus imágenes públicas son de peleas y de mandar al diablo a los demás. Ellos están inflados de poder.
Hay casos de personajes que no están en el cargo pero siguen pensado que tienen poder. Sin embargo, hay otros, como el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, que a pesar de no estar ya en ese cargo tiene una imagen construida a nivel mundial.
Cuando el poder viene investido desde la persona eso no está bien. Un personaje público que ya no está en el cargo o en el rol de antes, pero se comporta como si siguiera en el poder, revela que está mal. Hay otros factores con la conducta pública de él frente al poder. (O)