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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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IT (Eso) y los excesos en la película

Tiempo atrás escuché decir a un ensayista y escritor mexicano que Stephen King podría ser un buen escritor si cortara varias decenas de páginas de las voluminosas novelas que escribe. Es claro que una novela es distinta (y debe serlo) a su adaptación al cine. Pero el chiste se cuenta solo con It (Eso), filme de Andrés Muschietti: pese a ser una adaptación, los guionistas debieron condensar la pesada novela a unos 135 minutos. El resultado fue una fallida película que siquiera resiste el recorte, la síntesis de escenas, el uso de partes de la obra de King, etc.

It es la condensación excesiva de una serie de actos de abuso entre adolescentes, de violencia familiar y de personajes que quieren encontrar el asidero en algo terrorífico y excitante. El escenario es un pueblo estadounidense maldito donde reina el silencio ante las desapariciones de niños y jóvenes, y donde se convive olvidando la memoria de sus problemas. El momento es el verano donde un grupo apodado “perdedores” trata de resolver juntos sus problemas existenciales.

La atmósfera se mezcla con los terrores sobre un payaso (o una cosa) que atrae y se come a los desprevenidos. Quizá estos son los ingredientes de una supuesta película de terror; súmese a esto un recargado uso de golpes de sonido, música estridente y efectos de cámara que intentan dar densidad a la atmósfera que rodea a la banda de adolescentes quienes, a la final, no quieren darse por vencidos.

¿Hay algo interesante en esta película? Ni el terror ni la explicación de por qué se suceden los hechos. Al filme le falta la ambientación de la vida de la ciudad; incluso, la atmósfera creada por la cosa resulta poco creíble, al igual que la justificación de que en el verano se saldan los miedos. Veamos la cuestión: el estereotipo del payaso que infunde terror a los niños se funda en que este se nutre de los miedos; y el miedo es lo que caracterizaría a un adolescente que no encuentra asidero ni en su familia ni en su entorno.

Y uno se pregunta: tal cantidad de excesos narrativos de la película, de incongruencias de las acciones de sus personajes, de diálogos estereotipados, etc., ¿justifican semejante discurso “educativo” sobre la maduración infantil? It es la demostración que el marketing hace de malas películas. (O)

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