Hay que reflexionar antes de comprar
La basura electrónica es una de las más contaminantes que existen en el mundo y en el país.
Lamentablemente, aquí no se hace reciclaje porque se necesitan métodos especiales; lo único que existen, de lo que conozco, son empresas que se dedican a separar los componentes que se pueden volver a utilizar como los metales.
El perjuicio que genera al ambiente es enorme. Por ejemplo, las pilas pequeñas o baterías afectan a grandes espacios de tierra, debido a que las vuelven improductivas.
Asimismo, contaminan el agua, ya que con el contacto no sirve para beber ni para regadío. Los animales que la beben afectan sus intestinos.
De igual manera, podría perjudicar a la persona que se alimenta de ese animal, sobre todo si tiene metales pesados: mercurio, plomo, cadmio, selenio, entre otros. Estos van directamente al torrente sanguíneo y son bastante tóxicos. Existen materiales tóxicos más ligeros como el aluminio. Gran parte de materiales vienen recubiertos de este elemento.
Si bien los aparatos electrónicos son parte de nuestra vida, antes de deshacernos de uno de ellos debemos ver si efectivamente ya no tiene compostura y reutilización. Hay que reflexionar si el nuevo que vamos a adquirir es necesario, porque vivimos en un sistema capitalista que necesita que la gente compre más para sobrevivir.
Pero en ese instante debemos pensar si realmente necesitamos ese producto o solo lo adquirimos porque esta acorde a la tecnología de punta.
Si bien todos tenemos derecho a comprar también es responsabilidad de cada uno conocer la disposición final de esos artículos electrónicos que desechamos.
Esa filosofía la intentamos trasmitir a las personas cada vez que acuden al Café reparador de la Escuela Politécnica Nacional (EPN). Allí, con ayuda de alumnos y maestros, buscamos darle una nueva “vida” a los artefactos de la comunidad que aún sirven. Es parte de la vinculación social. (O)