Punto de vista
Guayaquil en el censo de 1832
Los censos son una importantísima fuente primaria de información básicamente cuantitativa para el estudio de la historia. En ellos no solo se puede observar el recuento del número de habitantes que existía en un determinado tiempo y espacio, como si se tratara de una fotografía; sino también múltiples datos de carácter social, económico y cultural, que ayudan a configurar algunas ideas sobre cómo funcionaban las sociedades del pasado.
En el caso de Guayaquil, uno de sus censos históricos más relevantes es el de 1832, el cual se conserva en el Archivo Histórico “Camilo Destruge” de la Biblioteca Municipal.
En sus roídos folios se observa una pirámide socioeconómica muy marcada que representa los distintos estratos sociales. Recordemos que en aquella época, la antigua provincia de Guayaquil vivía una crisis económica que se había desatado con las guerras de independencia. Sin embargo, llama la atención de que casi no aparecen registrados los distintos oficios artesanales, a pesar de la gran trascendencia de los trabajos manuales para el desarrollo productivo de la ciudad. En el mencionado censo, el cuadro socioeconómico de contribuyentes con sus distintos oficios y profesiones, se configuró así: 1. Hacendados y propietarios; 2. Comerciantes y negociantes; 3. Sacerdotes; 4. Dependientes; 5. Abogados; 6. Escueleros y preceptores; 7. Escribanos; 8. Médicos y físicos; 9. Carpinteros; 10. Panaderos.
La enumeración anterior deja entrever que, por debajo de los carpinteros –al parecer eran maestros constructores o “carpinteros de ribera”- y los panaderos, quienes aparecen como los artesanos menos pauperizados, se hallan trabajadores manuales que se ubican en los niveles de pobreza. Allí encontramos a albañiles, aserradores, botoneros, calafates, carboneros, carniceros y matanceros, cigarreros, curtidores, chocolateros, destiladores, ebanistas, herreros, hojalateros, olleros, peineteros, piladores, pintores, plateros, sastres, sombrereros, tintoreros, toneleros, zapateros, a los que se suman, en la basa de la pirámide, los tenderos, pulperos y trabajadores de servicios.
El censo de 1832 revela que el número de artesanos en Guayaquil no era nada despreciable, en relación a la población económicamente activa (que ascendía a 5.598 personas), con 241 carpinteros, 159 sastres, 327 zapateros, 60 herreros, 47 plateros, entre los gremios más nutridos. Sin embargo, muy pocas veces se valora el papel de estos actores de nuestra historia. (O)