Punto de vista
Guayaquil en 1909: entre fútbol y "reinas de belleza"
Entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX el crecimiento económico motivado por el auge primario agroexportador estimuló la creación de una importante infraestructura en los sectores público y privado de Guayaquil. Pero solo a raíz del “incendio grande” de 1896 cambió la faz arquitectónica y urbanística de la ciudad. Esta catástrofe obligó a las élites a diseñar una ciudad según parámetros modernos, un nuevo espacio urbano, una ciudad radicalmente distinta a la anterior que sea capaz de liderar los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que impulsaba el liberalismo. El colosal flagelo forzó a imponer políticas modernizadoras desde el poder político local, al mismo tiempo que limpió los obstáculos interpuestos por ciertos sectores tradicionales, en oposición al proyecto liberal modernizador.
La identificación de la burguesía comercial guayaquileña a los referentes modernizantes de la cultura europea se debía a su permanencia en el Viejo Continente durante una buena parte del año. Reconocidos como los “gran cacao”, estos exportadores, importadores y banqueros mantenían negocios e inversiones en ciudades como París, Londres, Milán, Barcelona… En la medida que se incrementaban los viajes transatlánticos se modificaban aspectos de la cultura local, por la adopción de modelos culturales y formas de vida claramente europeos.
Estos cambios en la sensibilidad y formación del gusto de los sectores hegemónicos lograron que se asuman como propios ideales modernos como la moda, el cultivo del tiempo libre y la práctica del deporte. No es circunstancial que en Guayaquil nacieran las primeras asociaciones deportivas y se realizaran los primeros concursos de belleza en Ecuador.
Pero estas prácticas y formas de administrar el “tiempo libre” no eran exclusivas de la burguesía. El fútbol, por ejemplo, fue uno de los primeros deportes en conseguir una verdadera aceptación entre todos los estratos sociales. Así, a inicios del siglo XX ya se organizaban campeonatos de fútbol en los que intervenían grupos de distinta procedencia: en 1909, la revista Actualidades relató la emocionante disputa de un partido de balompié entre el Club Sport Guayaquil (primer equipo de fútbol de nuestra ciudad, creado en 1899) y la escuadra de la Asociación de Empleados, que estaba conformada por jóvenes de clase media baja.
1 La forma en que las distintas comunidades étnicas, clasistas y de género interiorizaron el discurso de la modernidad debe ser analizada a la luz de los mecanismos hegemónicos de poder y control social, lo que implica conocer los usos y apropiaciones que hicieron los grupos subalternos de los valores sociales modernos. La preocupación por la cultura de la apariencia, especialmente femenina, es otro de los valores de la modernidad que merece destacarse. En Guayaquil, a inicios del siglo XX, comienzan a elegirse “reinas de belleza” bajo la idea de incorporar simbólicamente a la mujer en la esfera pública, a partir de una construcción de la estética del “sexo débil”.
Resulta interesante que en una fecha tan temprana como 1909, se establece la elección de una “reina del pueblo”, en las fiestas patrióticas del 9 de octubre. Pero destaca que esta reina sea escogida, además de su belleza, “por su conducta intachable, su dedicación al trabajo y la pobreza de su situación”. 2 Es decir, se observan tanto sus virtudes físicas e intelectuales, como su moralidad y situación económica. Obviamente, estas dos últimas variables no jugaban en los concursos de belleza que organizaba la “culta sociedad guayaquileña”.
En la medida que se propagan los valores relacionados con el cuidado y la imagen del cuerpo, este tipo de prácticas modernas se incorporan en la cotidianidad de los sectores populares: en los años 20 ya se eligen “criollas bonitas” y “reinas del carnaval”. 3. como parte de las celebraciones criollistas (12 de octubre), instauradas por la necesidad de representar lo vernáculo o lo “propio” de cada lugar.