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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Generación distribuida y su aplicabilidad en Ecuador

La electricidad dentro de las denominadas “Energías Modernas” se constituye en una fuente secundaria fundamental para el desarrollo presente y futuro de la humanidad, inclusive superando al petróleo y al gas natural debido a su potencial tecnológico en usos finales (iluminación, acondicionamiento de aire, telecomunicaciones, procesos industriales), eficiencia, transporte y seguridad. Es así que la energía eléctrica ocupa un papel protagónico en la hoja de ruta de la Organización de las Naciones Unidas hacia el desarrollo sostenible y de manera particular en la consecución del Objetivo 7: “Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos.”

A nivel mundial, a partir de los años 20, las centrales de generación eléctrica experimentaron un proceso de escalada que ha obedecido a una creciente demanda y expansión de la cobertura. En los años 50 la potencia máxima instalada por unidad giraba en torno a los 150 MW y esta se incrementó a 1000 MW en los años 70. En la actualidad, las centrales eléctricas más grandes del mundo tienen una potencia instalada cercana a los 15000 MW. La mayoría de estas grandes instalaciones centralizadas están situadas cerca del recurso o fuente que utilizan como insumo para la generación (ríos de gran altura o caudal, yacimientos de gas natural o refinerías de crudo) y por ello es necesario disponer de un sistema complejo de redes que permita transportar la electricidad a largas distancias y óptimas condiciones hasta los puntos de consumo. Sin embargo, aunque se cuente con tecnología de vanguardia, los sistemas de transmisión debido a su extensión siempre estarán ligados a pérdidas y serán vulnerables a riesgos climáticos y desastres naturales. Por otro lado, es importante mencionar que la tendencia al incremento de capacidad media de las centrales ha sido fuente de debates técnicos y políticos, lo que ha provocado que desde los años 90 se experimente una reducción de la potencia media de las unidades de generación.

La progresiva implantación de sistemas de generación de menor potencia, junto con el desarrollo tecnológico, el aprovechamiento de fuentes renovables de energía para micro y mini generación, el cambio climático y la liberalización del mercado eléctrico en los países, han tenido como resultado el surgimiento de un modelo alternativo denominado Generación Distribuida (GD) que acerca al consumidor tanto física como virtualmente la generación eléctrica. La Distribution Power Coalition of América la define como “cualquier tecnología de generación a pequeña escala que suministra electricidad en puntos más cercanos al consumidor que la generación centralizada y que se puede conectar directamente al consumidor o a la red de transmisión o distribución.” En este sentido sus aplicaciones van desde generación de base, de punta (para picos de demanda), cogeneración, hasta la mejora en la calidad del suministro, respaldo y soporte a la red de transmisión y distribución.

El despliegue actual y la expansión de la GD a medio y largo plazo dependen de una serie de situaciones y marcos habilitantes, dentro de ellos: una estructura del sector eléctrico, que permita la descentralización del sistema y establezca condiciones adecuadas para la generación; la saturación de la capacidad actual del sistema ante un crecimiento desmedido de la demanda y ampliación de su infraestructura; reducción de pérdidas en la red y el costo de infraestructura; desarrollo tecnológico en el aprovechamiento de fuentes alternativas para generación y reducción de sus costos; conservación de fuentes fósiles; autonomía energética y desarrollo de sistemas aislados.

A su vez existen barreras técnicas, económicas y regulatorias que impiden la implantación masiva de estos sistemas. Dentro de las barreras técnicas se pueden mencionar la falta de madurez de tecnologías utilizadas en GD y la falta de preparación técnica de las redes de distribución, las cuales han sido diseñadas para conectar cargas y no generadores. En el aspecto económico, se pueden presentar riesgos para el inversionista debido al alto costo inicial que conlleva la implementación de tecnologías con poca madurez y difusión. En este sentido la falta de inversión en investigación y desarrollo surge también como una barrera adicional. Finalmente, en el contexto regulatorio resalta como principal barrera la ausencia de un marco jurídico que permita incentivar la instalación de mini y microgeneración.

Respecto a la aplicabilidad de la generación distribuida en Ecuador, el país ha dado los primeros pasos hacia un modelo que combina la generación centralizada con la GD, ésta última a través de los autogeneradores. Acorde a la Estadística Anual y Multianual del Sector Eléctrico Ecuatoriano 2016, se dispone de 150,58 MW de potencia efectiva de autogeneración para servicio público, la cual está compuesta por centrales de biomasa, hidroenergía y térmica que generaron 1.374GWh. La implementación de la autogeneración tuvo como base legal el Mandato N° 15 de la Asamblea Constituyente de 2008 y las regulaciones 001/09, 002/11, 003/11, 001/13, 002/13, 010/13 y 010A/13, las cuales establecen los lineamientos para la participación del autoproductor (autogenerador con cogeneración) en la comercialización de la energía, la determinación de los plazos y precios a aplicarse para los proyectos de generación y autogeneración desarrollados por la iniciativa privada y los requisitos, precios, período de vigencia y forma de despacho para la energía eléctrica entregada al Sistema Nacional Interconectado y sistemas aislados, por los generadores que utilizan fuentes renovables no convencionales.

Con la entrada en vigencia de la Ley Orgánica del Servicio Público de Energía Eléctrica en 2015, se dispone de un nuevo marco jurídico dentro del cual se estipula que “la modernización de las redes eléctricas debe considerar aspectos regulatorios, redes de transporte y distribución de energía, redes de comunicación, generación distribuida, almacenamiento de energía, medición inteligente, control distribuido, gestión activa de la demanda y oportunidades de brindar nuevos productos y servicios”. El reglamento y las regulaciones derivadas de la presente ley deberán promover el aprovechamiento del abundante recurso solar y eólico, fundamentales para un desarrollo de la generación distribuida en el país con la inclusión de nuevos actores privados, en este caso clientes de los sectores residencial, comercial e industrial. Se debe considerar también la necesidad de continuar la modernización de las redes de media y baja tensión y la introducción de redes inteligentes, un factor primordial para el correcto funcionamiento de la GD. Por otra parte es importante que se den las condiciones para que los proyectos sean viables financieramente a través de incentivos tributarios, financiación por terceros, programas de investigación y desarrollo, entre otros.

La generación distribuida es el primer paso hacia un cambio de paradigma en el sistema eléctrico ecuatoriano debido a las ventajas que presenta como modelo complementario a la generación centralizada; sin embargo su correcta implementación tiene como condicionante la disponibilidad de marcos jurídicos, técnicos y económicos adecuados. Al contar con estos instrumentos se podrá considerar a la GD como parte de los procesos de planificación en la expansión de la oferta eléctrica nacional.

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