Punto de vista
Gas de síntesis una fuente de energía limpia
La gasificación es un proceso térmico que se lleva a cabo entre 500°C y 600°C, donde el carbón y la biomasa residual se convierten en una fase gaseosa llamada gas de síntesis que contiene monóxido de carbono, hidrógeno y metano (CO, H2, CH4) y otra fase sólida que corresponde a las cenizas. El gas obtenido posee un alto valor energético que puede usarse como: carburante en un motor de combustión interna, fuente de generación de electricidad, materia prima para obtener productos sintéticos como el amoniaco e hidrocarburos (gasolina, diésel, keroseno, gasoil y lubricantes).
Uno de los usos del gas de síntesis es la generación de energía eléctrica a partir de un motor de combustión interna, que producto de la reacción de combustión, libera la energía almacenada en el gas; esta liberación de energía mueve los pistones del motor haciendo girar al cigüeñal principal (eje del motor) y a un generador eléctrico acoplado, produciendo electricidad. Los kilovatios obtenidos dependerán del cilindraje del motor y de las revoluciones alcanzadas, por lo que a mayor número de revoluciones, mayor cantidad de energía. Con esta técnica se aprovecha el gas y se obtiene energía más amigable con el planeta.
Otro uso para el gas de síntesis es la obtención de compuestos sintéticos, pues debido a su alto contenido de CO y H2, puede reaccionar a elevadas presiones y temperaturas; durante estas reacciones, las moléculas contenidas en el gas de síntesis se combinan para formar cadenas de hidrocarburos sintéticos como propano, butano, gasolina, diésel, gasoil. Esta reacción puede llevarse a cabo en presencia de un catalizador metálico que aumenta la velocidad de reacción y hace que el proceso sea selectivo, es decir, que solo se produzca un compuesto en especial, o en mayor porcentaje con relación a otros subproductos. Los productos obtenidos dependerán del tipo de catalizador, la presión (20 - 30 bar) y la temperatura (200 - 350 °C). Este proceso se conoce como Fischer-Tropsch, en honor a los científicos Franz Fischer y Hans Tropsch y fue empleado por alemanes y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, pues el acceso a fuentes exteriores de petróleo estaba limitado por los conflictos bélicos.
Una de las ventajas del proceso Fischer-Tropsch, para la obtención de hidrocarburos sintéticos, radica en que el gasoil obtenido no contiene azufre por lo que sería un combustible de fácil comercialización, que cumple con regulaciones ambientales europeas; sin embargo, una de las desventajas es su elevado costo, siendo poco rentable en comparación con los métodos convencionales de obtención de gasolina y otros derivados del petróleo. No obstante, se espera que con el avance de la tecnología y la disminución de las reservas petroleras, este proceso se perfeccione y así se pueda obtener una fuente de energía renovable a partir de biomasa.
El proceso de gasificación es una alternativa para la degradación de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos, evitando problemas de contaminación ambiental como la erosión de suelos, afectación de flora y fauna y minimizaría la generación de gases de efecto invernadero. Además es posible agregar valor energético al gas obtenido en este proceso, al convertirlo en energía eléctrica o usarlo para la obtención de compuestos sintéticos. (O)