Fútbol, racismo, violencia y derechos (Parte II)
Según Eduardo Galeano, el fútbol es el mayor escenario en el que se refleja una ritual sublimación de la guerra y un lenguaje que la reproduce; “… once hombres son la espada del barrio, la ciudad o la nación”. “Mediante un hábil variante táctica de la estrategia prevista, nuestra escuadra se lanzó a la carga sorprendiendo al rival desprevenido. Fue un ataque demoledor”. Esa configuración inevitable de nosotros contra ellos es el pitazo inicial que ha dado paso a la percepción, lenguaje y acciones de violencia y discriminación en la historia de este deporte.
Por supuesto, el fútbol expresa también imágenes positivas en el deseo colectivo de la celebración, la fiesta, la pertenencia, la lealtad y la identidad. El maestro Galeano nos cuenta que “hay algunos pueblos y caseríos de Brasil que no tienen iglesia, pero no existe ninguno sin cancha de fútbol… un domingo sin fútbol, cualquiera muere de aburrimiento”.
La Unesco, en el año 2014 promovió la realización de un informe sobre la lucha contra el racismo y la discriminación en el fútbol y destacó que la efervescencia racista y xenófoba en este deporte, se expresó particularmente en la posguerra; “el desempleo empezó a aumentar, la crisis del petróleo golpeaba las economías y los partidos extremistas resurgieron. En este contexto, las actitudes racistas o más generalmente xenofóbicas empezaron a aparecer en las sociedades europeas...”; el fútbol organizado por los blancos y los hombres recreó este fenómeno estructural, lo que ha ido modificándose progresivamente por las propias características del deporte y su diversidad de actores y enfoques.
El fútbol como fenómeno sociológico es un espacio de actuación en el que cada uno puede probar su valía, sin importar sus orígenes, religión, etnia o género; en el cual, además, la movilidad social y las aspiraciones hacia la igualdad de oportunidades está abierta; es un promotor del juego limpio y del respeto mutuo, de reglas para todos, sin distinción de ningún tipo. Por ello, es difícil explicarse el racismo, la homofobia y la discriminación de género persistentes. (I)