De acuerdo con la información, se puede ver un problema en ascenso en la Policía Nacional, dado que el 70% de los casos de discapacidad en esta institución se producen dentro de sus misiones, es decir, en el ambiente laboral.

Si se hace una relación entre el número de personal policial con  discapacidad frente al número total, en 2004 existía una tasa de menos de un gendarme discapacitado por cada mil policías, mientras que en 2010 la tasa subió a cerca de 6 y en 2018 se tiene la tasa de casi 12 policías por cada mil.

Esta tendencia muestra dos cosas: Primero, que el trabajo de la Policía en tiempos actuales se encuentra enfrenta a mayores riesgos. Segundo, que existe poca efectividad en cuanto a la política de mitigación de riesgos laborales al interior de la institución.

En el primer caso, el aumento en la discapacidad de miembros policiales estaría en sintonía con la transformación operativa de la institución: desconcentración, patrullaje intensivo, control de la eficiencia de la productividad y aumento del parque automotor. A su vez, incrementa la exposición del personal a los riesgos laborales.

Esto se corrobora con la cifra de que el 23,45% de policías con  discapacidad que se registran hasta 2018 (580) es producto de los accidentes de tránsito, el 11,75% por riesgos de trabajo y 4,66% por mal uso de un arma de fuego. Es decir, casi el 40% se debe a factores de la transformación operativa.

En el segundo caso, si bien se muestra todo un proceso de atención de atención al personal con discapacidad (incluyendo estadísticas), se evidencia una débil política integral de mitigación de riesgos laborales, que permita disminuir la incidencia de la discapacidad en la institución del orden.

Tras analizar las cifras oficiales, considero que se debe poner un ojo o atención específica al tema de los accidentes de tránsito y evaluar de forma más minuciosa esos problemas.

Es importante también notar que más del 22% son discapacidades producto de enfermedades adquiridas en el trabajo. Además,  sorprende el elevado número de policías con enfermedades catastróficas (85). Mi impresión es que se le está prestando poca atención a este tema.

Con base en mi experiencia de trabajo con la formación policial, me sorprende, por ejemplo, la presencia del cáncer en al menos un alumno por cada promoción que sale de la Escuela de Estado Mayor de la Policía.

Este es un tema que debe tomarse muy en cuenta por la institución, para  implementarse una política integral de prevención de riesgos laborales, que ayude a disminuir la creciente tasa de discapacidades.

Además, se requiere generar mejores condiciones para el bienestar del personal policial, lo cual es clave y fundamental en toda política de seguridad ciudadana. (O)