Experiencias de etiquetado energético en edificaciones, electrodomésticos y vehículos
Acorde a las proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el consumo de energía mundial prevé un aumento de hasta el 28% desde el 2015 hasta el 2040. El sector industrial que involucra minería, manufactura, agricultura y construcción con una participación mayor al 50% se mantiene como el mayor demandante de energía a nivel mundial, seguido del sector del transporte y la edificación. El sector de la edificación residencial y comercial representa alrededor del 21% del consumo de energía total, mientras que el transporte consume el 55% del total de la demanda de combustibles líquidos.
En el contexto nacional, el Plan Nacional de Eficiencia Energética del Ecuador (PLANEE 2017, según Balance Energético Nacional 2015), reporta que el sector del transporte consume el 42% de la energía primaria nacional, seguida por los sectores industrial, residencial y comercial con 18%, 12% y 6% respectivamente. Estos antecedentes demuestran la importancia de implementar prácticas de eficiencia en dichos sectores.
Un sistema de etiquetado permite a un usuario final discernir una mejor alternativa a la hora de adquirir un producto de media o larga duración, como lo es un vehículo, una vivienda o un electrodoméstico. Debido a la alta expectativa de duración se espera que si el usuario hace una inversión inicial mayor, ésta será retribuida al mediano o largo plazo a través del ahorro futuro. Con esto en mente, los sistemas de etiquetado energético buscan categorizar estos tipos de bienes con la finalidad de ofrecer al usuario un producto de mejores prestaciones de medio y largo plazo.
La política Nacional a través del PLANEE contempla dentro de sus objetivos fortalecer los programas de cambio y etiquetado energético para medios de transporte, categorizando su eficiencia a través de las emisiones de CO2 asociadas. Por otra parte está considerado también el incentivo al reemplazo en electrodomésticos de alto consumo, por productos con tecnología de mejor rendimiento. Por ejemplo, en una edificación los equipos de climatización (enfriamiento o calefacción) pueden llegar a representar hasta el 70% del consumo energético mensual. En este contexto será requerido formar organismos de evaluación y control de la conformidad para certificar que los productos del mercado cumplirán con el beneficio esperado.
Algunos países han implementado sistemas, indicadores o certificaciones en el manejo de la energía para aplicarlos en distintos ámbitos como edificios de gran tamaño, aparatos electrodomésticos, equipos de aire acondicionado, automóviles y otros. Ejemplo de esto son las etiquetas para los vehículos desarrolladas desde 1974 por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), creadas con la intención de promover conciencia e informar a los compradores de vehículos de transporte de pasajeros. Desde entonces se han añadido nuevos parámetros hasta su último diseño en el 2013.
La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés) y la EPA, rediseñaron la etiqueta, informando datos importantes como: el consumo anual del vehículo, el consumo dentro de la ciudad y en la carretera, la tasa de consumo por kilómetro, el tipo de gas emitido a la atmosfera durante su operación, la tasa de generación de contaminantes, el tiempo de carga para vehículos eléctricos y el código QR para acceder a información adicional. Esta medida incentiva no solo a que las personas elijan vehículos de pasajeros de baja emisión, sino también, que empiecen a considerar alternativas eficientes como el uso de autos híbridos o eléctricos. Por otra parte, el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea en el año 1999 creó una disposición para evidenciar información relacionada al ahorro de combustible y emisiones de CO2 para vehículos de transporte de pasajeros, tanto nuevos como usados, con el fin de dar al consumidor la posibilidad de elegir.
La Unión Europea, con el fin de mejorar el rendimiento y eficiencia energética de productos locales e importados, tales como aires acondicionados, hornos microondas, televisores, refrigeradoras, luminarias, lavadoras, entre otros, lleva a cabo un programa de etiquetado de estándares mínimos de eficiencia energética para electrodomésticos, con el cual pretende ahorrar aproximadamente 780 millones de MWh hasta el 2020. En julio 2017 la Comisión Europea, publicó nuevas regulaciones para el etiquetado que buscan simplificar su lectura con una escala desde A hasta G, donde A representa la mayor eficiencia.
Otra referencia es la etiqueta ENERGY STAR de Estados Unidos, misma que categoriza sus productos de una manera sencilla para que el usuario esté bien informado sobre el producto que adquiere, su ahorro final y su nivel de impacto ambiental. El sistema ENERGY STAR declaró ahorros de USD 450 billones y 3.5 trillones de KWh para las familias y empresas norteamericanas desde el año 1992. Igualmente, desde ese año alcanzó una reducción de gases de efecto invernadero de 3.1 billones de toneladas métricas de CO2eq. Un equivalente a esta certificación es también utilizado por los países miembros de la Unión Europea desde el año 2001, para el etiquetado de equipos de oficina.
En edificaciones se cuenta con otros sistemas que evalúan la sostenibilidad y el rendimiento en el uso de la energía, principalmente estos sistemas valoran construcciones nuevas y remodeladas. Una de las certificaciones más conocidas a nivel mundial es la denominada “Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental” (LEED, por sus siglas en inglés). La certificación LEED fue desarrollada por el Consejo de Construcción Verde de los Estados Unidos (USGBC, por sus siglas en inglés). Esta certificación está enfocada en la eficiencia del manejo de energía, el manejo responsable del sitio, la calidad de aire interior y hasta las condiciones de vida de los usuarios. Según el reporte oficial, el USGBC, entre enero y marzo de 2018, existen 592 proyectos de edificaciones sostenibles que alcanzaron la certificación LEED en Estados Unidos. En Sudamérica, Brasil obtuvo 13, Argentina 3, Chile 10, Colombia 6, Venezuela 9 y Ecuador 2.
En conclusión, un sistema de etiquetado energético es una herramienta prometedora, con beneficios a mediano y largo plazo para usuarios, inversores y gobiernos que buscan la sostenibilidad ambiental y económica.