Las epidemias en la literatura parte II
La cuarentena, de J.M.G. Le Clézio (Tusquets, 1998) relata la epidemia del cólera en el barco Ava, que cubría las rutas entre Marsella y Mauricio. Obligado a desembarcar en la isla Plate, para cumplir la obligación de una cuarentena, la obra literaria exhibe en tropel las pasiones y las virtudes humanas.
La larga espera del Ángel, de Melania G. Mazzucco (Anagrama, 2011) relata los últimos quince días del pintor Tintorero y su entorno de Venecia y sus canales de la peste. Justamente en la ciudad en donde se inaugurara para la historia de la medicina, la palabra o el concepto de cuarentena.
Peste y cólera, de Patrick Deville (Anagrama, 2014) es un acceso novelado sobre las epidemias de estas dos terribles enfermedades que han diezmado a la humanidad. Se detiene en especial en las referencias a Alexandre Yersin, descubridor de la bacteria causal- que lleva su nombre- yersinia pestis.
El jinete pálido, de Laura Spinney (Ed. Critica 2018) narra una epidemia que cambió al mundo, pues las recomendaciones de la OMS sobre cómo manejar la epidemia, no llegan a los centros del poder, novela visionaria, tanto como tampoco en la Casa Blanca de Trump no llegó la alerta del covid-19, en el 2020, en la mitad de un escepticismo que está dando marcha atrás.
La literatura ofrece el salto del pensamiento de ser capaz de anticiparse a la ciencia. Julio Verne lo demostró. Siempre es menester saber lo que dice la literatura para comprender y anticiparse mejor a la realidad. Alan Defoe en Robinson Cruzoe, pudo acercarse mejor al concepto de aislamiento y cuarentena forzada y por largos años en el caso literario, cuando perdido en una isla, el náufrago sabe mucho más que los infectados por una epidemia, de los dilemas y de la soledad infinita y sin pronóstico.
Dos autores que escribieron narrando la tuberculosis de fondo: Alfonso Cuesta y Cuesta en el cuento La Medalla y el compositor cubano Junco, autor del bolero “Nosotros”. (I)