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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Punto de vista

En 1912 los maestros no abandonaban las escuelas a pesar de estar impagos

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Este año de 1912 nos duele muy profundo debajito de su costra. La herida a la patria se la hizo el domingo 28 de enero. La sangre de los Alfaro: de don Eloy, de su hermano Medardo y de su sobrino Flavio. La tinta que se hizo sangre del periodista Luciano Coral; la impotencia de los militares Manuel Serrano y Ulpiano Páez, la mutilación espantosa a Pedro J. Montero en Guayaquil, ruedan a los pies de los fanáticos y ambiciosos de la miseria humana. Eso fue una guerra civil  cuyas consecuencias fueron a repercutir y a dejar asfixiados a los niños y a sus maestros que son los que hacen resucitar a los pueblos, como en este caso, de entre las cenizas y de la sangre, para soñar en nuevos derroteros.

Don Víctor Manuel Garcés dirige una comunicación al ministro de Instrucción Pública desde la Dirección de Estudios de Tungurahua, el 6 de junio de 1912, en estos términos: “A fines de octubre del presente año escolar fui nombrado Director de Estudios de esta provincia, creí empezar bajo buenos auspicios el desempeño de mi cargo. Mas la injustificable guerra civil que estalló el 28 de diciembre, y que produjo tan desastrosas como deplorables consecuencias, ocasionó también la suspensión del pago de los sueldos a los institutores (como se los llamaba a los profesores). A los de esta provincia se les llegó a deber más de 10 meses, y sin embargo, no hubo uno solo que abandonase el puesto, y, lo que es más, todos cumplieron su deber tan  estrictamente, como si hubiesen estado pagados al día. Hermosa prueba de patriotismo y abnegación que enaltece sobremanera al profesorado de Tungurahua, a pesar pues, de tan anormal situación. A mediados del año escolar, en el mes de marzo las escuelas de Ambato, Pelileo y Píllaro, presentaron, con éxito generalmente satisfactorio, el examen privado que prescribe el art. 19 del Decreto Legislativo de 30 de septiembre de 1910…”.

Para esa época, Ambato tenía 44 escuelas fiscales, 3 municipales y 6 particulares que daban un total de 53. En Pelileo había 20 fiscales y 11 escuelas municipales. En Píllaro 6 fiscales, 1 escuela municipal y 1 particular que daban un total de 8, con lo cual se demuestra la incipiente formación que se daba a la niñez de este, que era un apartado sector geográfico de la provincia. Una disposición que era ley en esa época, según el art. 45 de la Ley O. de I.P. indicaba que “el dueño de todo predio rural en que puedan reunirse 20 o más niños de los dependientes o jornaleros del predio, sostenga una escuela mixta de 3º.- clase para los alumnos de uno y otro sexo.  

En esta provincia solo los señores doctores Filoteo y Reinaldo Samaniego, propietarios de la hacienda ‘San Javier’, sostienen desde antes la escuela de que habla dicho artículo. Previo el informe de las juntas inspectoras parroquiales, he oficiado ya a los demás hacendados que están en el mismo caso, excitándoles el cumplimiento de aquella prescripción legal.” ¿Quién hacía caso a la ley? Esta provincia también ha tenido sus haciendas, sus hacendados agnados y cognados que  siempre han estado y estarán vigentes en la administración pública de la provincia, hablando del “desarrollo y los adelantos” necesarios para sus intereses primordiales.  

Conviene entonces resaltar que la sensibilidad poética de los Samaniego y su experiencia de vida en Europa operó sobre los niños patateños y pelileños.

Según se deja entrever del informe del Dr. Víctor Manuel Garcés, la preocupación de los padres de familia por educar a sus hijos se sentía, a despecho, muchas veces de los impedimentos de los hacendados, o de sus limitados recursos. Estos padres de familia se unían para pagar a un profesor que enseñara a leer y escribir a sus hijos. Para vergüenza del Estado, por falta de fondos se decía, muchas escuelas de caseríos se cerraron.

El director de Estudios dice que hacen falta 90 escuelas, pero el ministro de Instrucción Pública, solo aprobó el funcionamiento de 47, apenas la mitad. Recordemos que sumaban 66 escuelas las fiscales existentes. El informe reclama que a Pelileo le hacen falta 44, a Ambato 30 y a Píllaro 16. El director de Estudios se alegra de algún modo explicando que desde el próximo octubre (1912) Tungurahua contará con 134 escuelas fiscales a más de unas cuantas municipales y las particulares. (O)

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