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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Punto de vista

El futuro se escribe con 'i'

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Actualmente, desde nuestros teléfonos tenemos acceso a información y funciones que hace pocos años requerían al menos 11 aparatos distintos, con un valor casi 13 mil veces mayor que un celular inteligente en el mercado actual. Pronto nadie se extrañará al ver automóviles que se manejen solos, así como ya tenemos drones que transportan medicamentos a lugares aislados después de desastres naturales, o impresoras 3D imprimiendo órganos humanos.

Esta realidad, a la que llamamos la cuarta revolución industrial, es paradójicamente motivo de asombro y de preocupación, particularmente en lo que se refiere a los empleos actuales y los del futuro. Esos empleos requieren de habilidades que la gran mayoría de latinoamericanos y caribeños todavía necesita adquirir o perfeccionar.

¿Por qué debemos invertir en cerrar esa brecha de conocimiento en nuestra región? Porque la automatización podría evaporar hasta dos tercios de los empleos en el sector industrial de los países en desarrollo, según un informe  de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

La ventaja competitiva de la región de ofrecer menores costos de producción está desapareciendo a medida  que las empresas en países industrializados encuentran más rentable automatizar algunos procesos de producción. Los desequilibrios externos se manifiestan tanto en la balanza comercial, como también en la balanza de servicios.
Abrazar la cuarta revolución industrial y abrir a Latinoamérica y el Caribe hacia una cultura de innovación es clave para convertir la amenaza de la automatización en una oportunidad.

Ese fue el tema del encuentro que el Grupo BID sostuvo con representantes de la sociedad civil de toda la región en Bolivia, esta semana. Sacar provecho de la cuarta  revolución industrial requiere políticas públicas integrales para el desarrollo de habilidades en varios sectores.

Como describimos en el libro Aprender mejor: Políticas públicas para el desarrollo de habilidades, los empleos del futuro demandarán niveles más altos de conocimiento de ciencias, ingeniería, y tecnología.

Las ocupaciones con alta remuneración, intensivas en tareas abstractas y creativas, han comenzado a despuntar en nuestra región, pero a un ritmo menor que en los países desarrollados, debido a la lenta penetración de las nuevas tecnologías. Esa lentitud, irónicamente, da más tiempo a la región para prepararse para esas innovaciones.

Es importante estimular desde el Estado y los organismos multilaterales los emprendimientos con innovación.  Cuando hablamos de generar capacidades laborales generalmente pensamos en las instituciones educativas formales. Si bien ese enfoque es correcto, no es el único. La clave del éxito, y la cualidad que distingue a los innovadores más exitosos del mundo, es el aprendizaje constante.

Hoy más que nunca, el futuro de América Latina se escribe con ‘i’ de innovación. (O)   

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