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El esbirrismo de los amerindios fue una práctica obligada por los conquistadores

El esbirrismo de los amerindios fue una práctica obligada por los conquistadores
16 de febrero de 2017 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

Argumento este tema pensando en la estrategia del esbirrismo como práctica de supervivencia y de lo que se llama arribismo. Una práctica desarrollada desde los sucesos de la conquista de América, por parte de las cúpulas dinásticas que quedaron sometidas a la voluntad del conquistador triunfalista.

Un esbirro es el encargado de proteger de cualquier manera todo lo que hace quien le paga, aunque fuese ocasional. Esta significación encaja en el ámbito burocrático, donde el criterio jerárquico de la dependencia necesita de ‘incondicionales’. De gente de confianza que hasta puede ocupar ‘por encargo’ los espacios de poder, sin quebrantar la imagen del jefe, peor vayan a ‘serrucharle el piso’. El solo hecho de recibir un empleo es considerado como pago a los esbirros. Tener de jefe a una bestia peluda para obedecerle es el peor martirio para un subalterno pensante. Esta palabrita se incorporó del italiano al castellano desde finales de los 1500, según dice Corominas. Lo que cabe preguntarse en esta evolución semántica del término es: ¿cómo un ejecutor incondicional de  la ‘justicia’ ha pasado a ser el ejecutor de las injusticias?

La conquista de América, desde un punto de vista ‘legal’, fue un accionar bélico justificado por los llamados ‘derechos de conquista’ con anuencia del poder religioso, interesado en la obtención de resultados, sin importar los medios, que fueron las masacres y las torturas.

Dos continentes fueron sometidos a radicales cambios de conducta con el suceso del ‘descubrimiento de América’: África y América tornaron a muchos jefes dinásticos de sus propias comunidades en esbirros de los poderosos. Los negocios de la trata de negros se hicieron con entendimientos entre los empresarios negro-africanos con los blancos portugueses sobre todo. Los esclavizados africanos, antes de ser vendidos para transferirlos a América, fueron víctimas de sus propios congéneres que hicieron de agentes policiales a órdenes de los negociantes blancos. La aplicación de torturas y la ejecución de la barbarie fue practicada por los propios hermanos de piel y de patria que empezaron la práctica del ‘adulo’ a sus manipuladores.

En el caso de los indígenas, muchos que habrían estado conscientes de su identidad étnica y de algún sentido patrio, poco a poco tuvieron que asumir el papel del esbirrismo, pensando que el adulo pudo ser el arma para salvar su propia suerte, sobre todo en el manejo de privilegios que siempre tienen las élites sociales vinculadas a la administración pública.

En los primeros momentos de la conquista, se sabe de la aplicación de la falacia de ciertos grupos ante los españoles, que fingiendo sometimiento y actuando en contra de sus propios hermanos de raza buscaron la oportunidad para la rebelión, a la que los cronistas e historiadores llaman sedición, por no admitir que en el fondo se justificaba una reacción del alma india en contra de los intrusos que iban imponiendo los llamados ‘derechos de conquista’ consistentes en saqueos, botín de esclavos, reparto de tierras y botines de mujeres y otros alcances, como entrar en registros de noblezas y estímulos de heroísmos por sus masacres.

El primer paso que dieron los estrategas conquistadores fue el de convertir en aliados a indígenas que mantenían rivalidades con otros indígenas que manejaban el poder. Este paso merece estudios más detenidos desde la óptica americana, para una mejor comprensión del hecho de la conquista.  

Sin ‘aliados’, jamás se hubiera consolidado en tan corto tiempo la intromisión de imperios europeos en tan vasto continente. Pensemos que los conquistadores se contaban por cientos, en el mejor de los casos, en tanto que los aliados fueron por miles, los que enfrentaron a otros miles.

Esto hace deducir que los conquistadores fueron catalizadores, detonantes, azuzadores de una guerra civil amerindia: “Vasco de Quiroga, en su Información del Derecho, alegó ‘la codicia desenfrenada de nuestra nación’ que llegaba al extremo de forzar los levantamientos de los indios para poder esclavizarlos… a los ya pacíficos y asentados los levantan, y siempre han de levantar que rabian, y los han de hacer levantadizos, aunque no quieran ni pasen por pensamiento, inventando que se quieren rebelar o haciéndoles obras para ello”. (p.20) (O)

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