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El costo de actuar, sentir, vivir o nacer mujer

El costo de actuar, sentir,  vivir o nacer mujer
14 de marzo de 2017 - 00:00 - Psic. Diane Rodríguez

Ser mujer no es referirnos estrictamente a su nacimiento sino a su construcción social, al género femenino. Las personas trans probablemente somos quienes hemos tenido la oportunidad de vivir en carne propia el rol de la mujer.

Para estas fechas, frecuentemente a modo de sátira, recibo cuestionamientos sobre si se me debe o no felicitar por ser transfemenina. Algunos de corazón lo hacen, tanto hombres como mujeres.

A los transmasculinos se los etiqueta en las redes sociales para felicitaciones, que en la mayoría de casos les molesta. Un porcentaje porque les recuerda un espacio social mancillado que abandonaron por ese mismo motivo. Es decir, un hembro machista. Otros hembros transfeministas, por la banalización de la fecha.

Para las transfemeninas el significado de ser mujer es haber abandonado un espacio de poder, ante el nacimiento privilegiado por este sistema social como varón o varona propiamente. Por tanto, en la cadena de identificación de género, las transfemeninas ocupan el último espacio de aceptación social. A las transfemeninas no les importan los espacios de poder, porque en realidad solo una persona con la suficiente capacidad y rebelión puede enfrentarse a un sistema completamente patriarcal. Esto por supuesto de forma consciente y no a consecuencia de un estereotipo que, lamento informar, adquiere la mayoría.

Los transmasculinos abandonan un espacio mancillado y minimizado por el sistema patriarcal, como el haber nacido hembra o propiamente hembro. La adquisición de este espacio de poder concluye en dos aspectos importantes: se convierten en una masculinidad nueva que busca la equidad de género o en un reproductor del sistema machista patriarcal, que también lamento informar son la gran mayoría de transmasculinos.

Pero esto no solo pasa por la identidad de género de las personas trans. La identidad de género es transversal en todos los seres humanos, por lo tanto, también para quienes rompen las normas establecidas dentro de la orientación sexual.

Pobre de aquel hombre gay que rompa el rol de comportamiento masculino y lo feminice, puesto que simboliza para el hombre gay patriarcal un acto de denigración a la propia orientación sexual, por supuesto en un pensamiento popular menos elaborado. “Es menos grave que ser travesti, pero es igual de asqueroso” dicen los gaytriarcales en sus espacios sociales discriminatorios, donde intentan mantener el statu quo como respuesta al androcentrismo. El objetivo consciente o inconsciente, minimizar a las mujeres y con ello el rol de género femenino.

Ser una mujer lesbiana es una lucha espacial constante, sobre aquellas que rompen el molde de género y las que no. Aquellas que no pasan por una ruptura de género son doblemente acosadas, puesto que riesgosamente se exponen al sistema patriarcal que sostiene su orientación sexual a base de la falta de una ‘buena’ relación sexual hetero. Terriblemente esto se encuentra tan interiorizado en la sociedad patriarcal que ha sido causa de violaciones a mujeres lesbianas.

¿Podría ser diferente para las mujeres lesbianas que adquieren comportamiento masculino? Lo que sabemos es que unas cuantas lo adquieren por autodefensa. Hay que reconocer que otras lo utilizan al punto de convertirse en propiamente machistas. En este mismo sentido existen las doblemente discursivas e incluyo a algunas mal denominadas feministas que, discursivamente, rechazan el machismo, pero su práctica la materializan por completo. Son pocas, pero hay que mencionarlo.

Lo que sí resulta aún más terrible es la propia discriminación que podrían sufrir algunos hombres. He conocido hombres afeminados y que no necesariamente son parte de la población sexo-genéricamente diferente y que sufren constante acoso por únicamente ser amanerados. Lo que generalmente se hace dentro del sistema patriarcal es mantener estos roles por separados, y aquel que los irrumpa debe ser ajusticiado socialmente, porque se convierte en un traidor del patriarcado, así como los traidores gays plumas y como las trans.

Esta fecha nos recuerda no solo la muerte de más de un centenar de mujeres que exigieron mejores condiciones laborales, sino también que el día de hoy la injusticia se nos refriega en el rostro consuetudinariamente.

Las nacidas mujeres, las mujeres sociales como las trans, las mujeres lesbianas, los gays femeninos y los hombres heterosexuales afeminados materializan la latente discriminación que aún no termina. Ya no es el simple hecho de nacer mujer como hemos revisado, se trata hoy en día de actuar, sentir o vivir como mujer. La lucha no se acaba. (O)

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