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Einstein, las armas nucleares y la supervivencia

Einstein, las armas nucleares y la supervivencia
27 de septiembre de 2016 - 00:00 - Patricio Benalcázar Alarcón, especialista en Derechos Humanos

La Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de su Resolución A/RES/68/32 de 5 de diciembre de 2013, declaró al 26 de septiembre de todos los años como el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares.

Una larga historia tuvo que atravesar la humanidad hasta que la comunidad internacional se planteó serios esfuerzos para el desarme nuclear, quedando aún pendiente la necesidad de firmar un instrumento internacional de carácter vinculante que, como una obligación de los Estados, se prohíba la posesión, desarrollo, producción, adquisición, ensayo, almacenamiento, transferencia y uso de este tipo de armas.

La frenética carrera nuclear se inició en la década de 1930 cuando las potencias mundiales de aquel momento se disputaban -como hasta hoy- el control y poder mundial. En medio de este contexto, científicos como el judío Leo Szilard, el alemán de origen judío Albert Einstein y otros, desarrollaron estudios que sustentaron lo que fue la bomba atómica.

En 1934, Szilard facilitó la patente al Reino Unido sin esperar que su invento fuese mal empleado, con la excepción de usarlo contra los nazis si ellos desarrollaban armas nucleares por su cuenta, pues sus intenciones hostiles eran visibles de lejos.

En la década del 40 todas las potencias mundiales: los angloestadounidenses, alemanes, franceses y soviéticos, impulsaron programas nucleares. La Segunda Guerra Mundial fue el escenario de la hecatombe en Hiroshima y Nagasaki, matando a cerca de 246.000 personas.

Frente a ello, Einstein y otros científicos clamaban a los gobernantes mundiales para evitar una conflagración, pues afirmaban que una guerra con bombas H podría señalar el final de la humanidad puesto que una de estas, explotada en la superficie del planeta o bajo el agua, podría ser dos mil quinientas veces más potente que aquella que destruyó Hiroshima, y sus partículas radiactivas se convertirían en polvo o lluvia que destruirían la vida en la Tierra.

Pese a las advertencias científicas, el mundo ha sido y es testigo de pruebas nucleares en diversas latitudes; así, durante el siglo pasado, Estados Unidos en las Islas Marshall, la ex Unión Soviética en Kazajistán, Francia en las zonas saharianas de Argelia, China en el lago Lop, entre otros; mientras que en este siglo, Corea del Norte es responsable de los cuatro únicos ensayos nucleares, lo cual ha tenido una firme crítica de la comunidad internacional. Es este contexto, la pregunta de Einstein sigue vigente: ¿Vamos a poner fin a la raza humana; o deberá renunciar la humanidad a la guerra?

La humanidad no tiene alternativa, debe firmar un acuerdo vinculante que prohíba las armas nucleares; el derecho a la vida en el planeta nos incluye a los seres humanos y no humanos. Las generaciones venideras se merecen el derecho a soñar y heredar un mundo en el cual se pueda desarrollar la vida sin miedo al exterminio. (O)

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