La cultura tributaria hace relación a la forma en que los ciudadanos cumplen oportunamente la declaración y pago de impuestos, en general. No existe un índice o procedimiento para medir la misma, en todo caso es una percepción social en cómo están arraigados los impuestos.

Dicha percepción social a veces es más visible cuando visitamos otros países o por personas que visitan el Ecuador.

Ahora que tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos de América, cuna del respetado y temido IRS (Internal Renevue Services), país que desarrolla su sistema tributario a partir del principio “no taxation without representation” (no hay impuestos sin representación) se puede ir a un restaurante o compras en un supermercado, y por la compra se recibe un ticket, no te dan a elegir si quieres “nota de venta” o “factura” ni tampoco si es con datos o “consumidor final”. Yo estoy convencido de que nuestro SRI (Servicio de Rentas Internas), anagrama del IRS; ha conseguido arraigar en la comunidad la documentación de operaciones para el pago de impuestos, y así lo demuestran las estadísiticas de recaudación.

El SRI es un “experimento” a tener en cuenta, a la luz de los últimos acontecimientos y sentimiento de impotencia de que la corrupción es un monstruo incontrolable de múltiples cabezas; que no se elimina; y que por el contrario se perfecciona. No olvidemos que el SRI, que este año cumple su 20 Aniversario, gracias a un equipo de lujo liderado por la economista Elsa de Mena, pudo vencer al cáncer de la corrupción que representaba la entonces DGR (Dirección General de Rentas).

Sin embargo la capacidad de control local y las notificaciones automáticas de diferencias, no ha podido ser replicada con éxito a nivel internacional para aquellas operaciones que se realizan en el exterior que eluden el pago de impuestos en el Ecuador, lo cuál podría cambiar con la incorporación del Ecuador al Foro Global de Intercambio de Información; que prevé el intercambio automático de información para operaciones financieras.

El año anterior algunos colegas raros -de esos pocos que se sienten atraídos por los temas tributarios- que nos visitaban de España, con sorpresa, sana admiración y envidia veían que la cultura de la facturación está muy enraizada en el país, en la que no puede faltar al final de la compra frases como “factura o nota de venta” o la clásica “con datos o consumidor final” dejando cada más para el recuerdo otras frases como “con o sin factura” o “con IVA o sin IVA”. Más allá de que ahora nos enteramos que muchas facturas más bien parecen salidas de un cuento fantástico, ya que han sido emitidas por unas “empresas fantasmas”. (O)

Este artículo está escrito en memoria a las víctimas del terrorismo: #Siemprenosfaltaran3