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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Punto de vista

Desgastado pero vigente

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Las expectativas siempre se generan desde las ilusiones que brotan por la ambigua posibilidad de ser sorprendido o encantado y el fútbol es, sin lugar a dudas, una de las excusas perfectas que tiene todo amante de este deporte para dejarse cautivar por esta mágica sensación. Los momentos son dominados por las circunstancias, los semblantes de los dos colosos que se enfrentarán el próximo fin de semana quizás no es el mejor de los últimos años por coyunturas que marcan el andar de ambos.

Lo atractivo está en pie y es muy claro que los ojos del mundo se despertarán ese día con el anhelo de saciar los deseos y nuevamente sonreír ante un espectáculo que se transformó en superlativo. El duelo que sostendrán el Barcelona de Luis Enrique y el mítico Real Madrid de Zinedine Zidane ostenta un condimento especial, y es que los dos mejores exponentes del balompié mundial estarán frente a frente, lo que genera un morbo espontáneo y abre una contingencia natural por lo que nos demuestran sin cesar desde hace casi una década. El partido no levanta perspectivas mayores y eso se debe a los bajones que sufren por cuestiones naturales dos conjuntos que irradian a cabalidad sus exigencias y paladares bien marcados. Después de salir de tormentas mediáticas y esquivar críticas hostiles ambos entrenadores encontraron el punto de equilibrio y guiaron a sus equipos a triunfos rotundos, que le dieron una tranquilidad en la que se refugian más allá de no mostrar aún funcionamientos aceitados y convincentes.

Barcelona goza de una columna vertebral que tiene en su torrente sanguíneo los genes de una idea madre que llegó al umbral con aquel legendario plantel, conducido por Pep Guardiola, que hilvanó muchas situaciones para transformarse en el gran ejemplo a seguir cuando se persigue una idea clara, pero que hoy con varias temporadas encima ya vislumbran en algunos casos la curva descendente que todo deportista padece en su carrera, lo que resiente el nivel que reclama un club tan severo en producción y resultados. Con algunos inconvenientes en defensa y también en la gestación, Luis Enrique diseñó un andamiaje poco vistoso pero sí práctico para que el virtuoso tridente que tiene en ofensiva camufle esas deficiencias y desde esa particularidad sostener su proceso. Algo similar aunque con aristas muy dispares le sucede al entrenador galo del equipo merengue que apeló a su cercanía con los futbolistas que lo apoyaron desde el preciso momento que se calzó el buzo de DT principal de uno de los puestos más observados por la dimensión del club al que representa. Zidane entendió muy bien el golpe de timón que debía hacer para exprimir lo mejor de cada jugador y conseguir el gran deseo de toda una hinchada que se veía opacada en los últimos años por la avalancha de elogios y títulos que su archirrival no paraba de recibir y ganar. El conjunto blanco no brilla pero sí es contundente, virtud muy difícil de conjugar cuando los egos de futbolistas élites conviven a diario bajo el mismo techo. El siguiente clásico no nos produce esa sensación indescriptible de antaño, pero tenemos que darle una cuota de credibilidad por todo lo que nos han demostrado y esperar que nos obsequien en algunos casos su última gran exhibición. (I)

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